La socióloga venezolana María C. Reina realizó un histórico y doloroso trabajo: desgrabar entrevistas a sobrevivientes del Holocausto que viven en Venezuela, realizadas en su mayoría por la fundación del cineasta Steven Spielberg, Survivors of Shoa Visual History Foundation, en los años ´90. Las entrevistas formarán parte del libro Exilio a la Vida III, que este año editará la Unión Israelita de Caracas.
"NUNCA PODRÉ OLVIDAR LO QUE ESCUCHÉ MIENTRAS ESTÉ VIVA..."
¿Cómo fue que una socióloga terminó desgrabando entrevistas realizadas a sobrevivientes del Holocausto y luego reuniéndose con ellas y ellos?
Yo había terminado mi trabajo como investigadora para una exposición llamada Una huella en el teatro venezolano. El objetivo de dicha exposición es mostrar la impronta que han dejado los venezolanos de origen judío en el desarrollo del teatro contemporáneo. Este proyecto fue realizado por Espacio Anna Frank, una fundación creada y dirigida por Esther Dita Cohen y Marianne Beker. La dirección del proyecto estuvo a cargo de Ilana Beker y Rebeca Lustgarten y en la museografía estaba JF Cantón. Nosotras hicimos (Ilana Beker, Rebeca Lusgarten y mi persona) 29 entrevistas y yo fui la encargada de hacer las transcripciones.
Al finalizar este trabajo, mi amiga Sonia Zilzer- directora de la Biblioteca de la Unión Israelita de Caracas- me propuso que transcribiera las entrevistas que le habían hecho a los sobrevivientes del Holocausto para el Tomo 3 de Exilio a la Vida.
Tal vez me llamó para asumir esta tarea porque yo había tenido experiencia en la trascripción de entrevistas, aunque el tema era totalmente diferente o quizás porque ella conocía mi interés en el Holocausto. Hace algunos años atrás, Sonia me invitó a participar en un Seminario sobre El Holocausto dictado por el profesor Ariel Segal en UIC. Yo nunca pensé en ese momento que iba a trabajar en un proyecto sobre el Holocausto, ni creo ser especialista sobre el tema, pero sí debo reconocer que siempre me ha interesado e interesa el horror que vivió el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Así que acepté, pero con mucho miedo de enfrentarme con esas terribles historias.
Es pertinente explicar que estas entrevistas fueron hechas durante el lapso comprendido entre 1996 y 1998 por entrevistadores de Survivors of Shoa Visual History Foundation (creada por Steven Spielberg) y por un grupo de entrevistadores de la UIC. Con este material la Dirección de Cultura de la UIC publica los dos primeros Tomos de Exilio a la Vida en el 2006. Los libros se hicieron cuando la señora Esther Dita Cohen fungía como Directora de Cultura de la UIC; ella junto a su hermana Marianne Beker y Rebeca Lustgarten fueron las promotoras y realizadoras de este maravilloso proceso- junto a un equipo de trabajo en el cuál estaba Sonia Zilzer- que hizo posible convertir esos vídeos en testimonios escritos y bellamente editados. En su interior, al lado de las hermosas fotos de los sobrevivientes, están esas historias increíbles contadas por ellos mismos..
La nueva directiva del área cultural de la UIC, encabeza por el Emanuel Abramovits, decide continuar con este proyecto y se realizan entrevistas a otros sobrevivientes que no estuvieron incluidos en los dos primeros tomos. También se utilizaron algunas entrevistas hechas en los 90.
El grupo de profesionales de Exilio a la Vida Tomo 3 estuvo coordinado por Sonia Zilzer, Gerente Cultural de la UIC, y la edición y redacción de textos- al igual que en los dos tomos anteriores- fue realizada por Jacqueline Goldberg.
¿Qué sentiste la primera vez que te reuniste con un sobreviviente?
Quiero describirte como ha sido el proceso para hacer el libro, de esta manera sabrás para qué tuve que reunirme con los sobrevivientes. Después que yo había transcrito las entrevistas, este documento pasaba a manos de Jacqueline Goldberg. Ella lo revisaba y hacía una edición, una historia resumida de la vida del sobreviviente, construida con las frases que ellos habían dicho durante la entrevista. Es así como una entrevistas de 30 o 40 páginas quedaba reducida a 7 ó 10 páginas. Un trabajo excelente porque en esas 10 páginas estaba contenido la esencia del relato del sobreviviente. Y además es la única forma de publicar 56 testimonios.
La información contenida en esas pequeñas historias editadas por Jacqueline, debían ser corroborada o modificadas por cada uno de los sobrevivientes. Allí es cuando yo entro en escena. Yo me reunía con cada uno de ellos para revisar los datos contenidos en este relato. Ellos los corroboraban, los modificaban y en algunos casos agregaban información. Este procedimiento metodológico es la validación de información, eso fue lo que yo hice, además de las transcripciones.
La primera vez que me reuní con un sobreviviente fue en UIC, yo tenía miedo y no sabía si les iba a incomodar el hecho de hablar del tema del Holocausto con una persona no judía. Pero la verdad es que me trataron muy bien, algunos me bendecían, me decían algo muy bonito en hebreo, que luego traducían, me felicitaban por lo que estábamos haciendo. En fin creo que fue un privilegio conocerlos y escuchar sus historias.
¿Cómo te sentiste al escuchar sus historias, al estar en sus casas?
Algunas reuniones de validación se hicieron en UIC y otras en las casa de los sobrevivientes. Todas las historias me conmovieron, ellos volvían a contarte todo y algún hecho que no estaba en la entrevista, alguna situación muy fuerte que ellos vivieron y que no quisieron que apareciera publicado. Algunos lloraban mientras recordaban lo vivido, hombres y mujeres, otros se contenían, es muy difícil describir la expresión de sus rostros cuando leían su propia historia: su arribo a Auschwitz, el conteo, la separación de sus padres, el humo de las chimeneas de los hornos crematorios y su desesperación cuando se enteraron que sus padres habían sido gaseados y cremados
Casi todos me decían: “en este documento hay sólo una pequeña parte de lo que pasamos”.
¿Cambió tu manera de ver la vida haber realizado este trabajo?
No lo sé, sólo te diré que a veces cuando tengo problemas- que no pueden compararse con lo que ellos vivieron- pienso en su fortaleza, en su capacidad para sortear situaciones terribles y me digo: yo sí puedo seguir adelante. Ellos son para mí un ejemplo de vida. Después de todo lo que pasaron, se casaron, fundaron una familia, buscaron la forma de construir un patrimonio para sus descendientes y echaron raíces en esta Tierra de Gracia. Aún tienen una frase agradable para decir y casi todos dejaron un mensaje de esperanza para las nuevas generaciones.
¿Qué sentías mientras desgrababas sus relatos? ¿Te costó emocionalmente hacerlo?
Sí, mucho. Yo pensé que no iba a poder terminar de transcribir las entrevistas. Yo trabajaba unas dos horas y paraba y salía a dar una vuelta y después seguía haciéndolo. No podía hacerlo en forma continua porque era muy difícil digerir los horrores que estaban contando.
A veces lloraba, pero yo sentía que era “mi deber “continuar transcribiendo, para que esas historias se divulgaran, salieran a luz pública. Sobre todo en este momento histórico en el cual hay personas que niegan el Holocausto, empezando por el presidente de Irán, que no se contenta con decir esa barbaridad sino que amenaza con borrar a Israel de mapa. ¡Es algo increíble! Nosotras sabemos, que lamentablemente, el antisemitismo sigue vivito y coleando en todo el mundo.
Me gustaría contarte que yo no sólo me limité a hacer las transcripciones “fonéticamente”. Yo busqué información sobre la Segunda Guerra, sobre los tratados firmados, la estructura organizacional de los campos de concentración etc.
Yo no puedo estar escribiendo algo que no entiendo muy bien y tengo esa deformación profesional que me impulsa a estar siempre a la caza de datos que me permitan comprender lo que estaba sucediendo en aquella época. Me gusta mucho investigar. Eso nunca me lo exigieron, pero lo quise hacer. Debo reconocer la ayuda que- en ese sentido- me dio Rebeca Lustgarten, que sí es una especialista en el tema de Holocausto. También busque mucha información sobre el judaísmo, sus ritos, oraciones y celebración de fiestas religiosas. Para este aspecto tuve la asesoría de Sonia en materia bibliográfica. Era necesario, para mí, conocer lo elemental sobre la religión judía, porque en todas las entrevistas a los sobreviviente se les preguntaba acerca de la vida religiosa de sus familias.
¿La mayoría de los sobrevivientes son hombres o mujeres?
No llevo esa estadística, no lo sé. Pero sí te puedo decir que todos, hombres y mujeres fueron desnudados, afeitados, les tatuaron un número, les pusieron como ellos decían: “un vestido o un uniforme de rayas”. Los humillaron, maltrataron, fueron obligados a hacer trabajos forzados, fueron torturados. Tuvieron que caminar en marchas interminables de un campo a otro, denominadas “las marchas de la muerte”. Te puedo decir que al hombre o a la mujer que se paraba, le disparaban, ahí mismo los ejecutaban. En eso los nazis “no practicaban la discriminación de género”. Todos sufrieron el mismo trato degradante, cruel y vejatorio.
¿La mayoría habían estado en un campo de concentración en su infancia o en su juventud?
Yo creo que sí. En principio cuando los nazis ocupaban un país, decretaban las leyes antijudías, como las de Nuremberg, los judíos no podían estudiar, ni tener negocios, ni ejercer cargos públicos etc. Todos los judíos debían llevar una Estrella de David amarilla prendida a su ropa, para identificarlos. Podían salir a la calle solamente durante unas horas, el resto del tiempo estaban confinados en sus casa. Después de establecidas estas normas de segregación, los judíos fueron despojados de todas sus pertenecías
Un día cualquiera los nazis llegaban a sus casas y les decían que recogieran algo de ropa y los llevaban a un gueto. Allí vivían por un tiempo. Después los deportaban a los campos de concentración, los metían en trenes, en vagones donde se trasladaban animales, sin ventilación, agua , ni comida. Ese era el sistema nazi, una forma ordenada y cruel para eliminar al pruebo judío.
Debo decirte que en otros casos, algunos sobrevivientes estuvieron escondidos, huyeron durante la guerra hasta lograr salir de Europa.
En Hungría los jóvenes en edad de hacer servicio militar tuvieron que incorporarse al ejército, pero no los consideraban como soldados, no portaban uniforme, ni recibían formación militar. Ellos hacían trabajos forzados. Algunos tuvieron suerte y no fueron a campos de concentración.
¿Cambio tu perspectiva sobre el Holocausto después de hacer es trabajo?
Claro que sí. Ni los textos que leí sobre el tema, ni en las películas que he visto- por más crudas que sean- se comparan con el hecho de escuchar a través de la voz de sus protagonistas esas historias tan terribles y espantosas como las que los sobre vivientes contaron. Es impresionante verlos y escucharlos...
¿Cuánto tiempo duró el trabajo?
Dos años.
Ahora que el trabajo terminó ¿cómo te sientes? ¿Piensas en los sobrevivientes a menudo?
Yo creo que nunca podré olvidar lo que escuché mientras esté viva y tenga memoria.
Ahora me siento muy afectada todavía por el trabajo. Pero me siento satisfecha porque sé que de alguna manera contribuí con este importante proyecto que pretende preservar la memoria de uno de los episodio más horrendo de la historia del pueblo judío y de la humanidad.
María C. Reina se graduó de socióloga en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, especializándose luego en gestión cultural. Trabajó en el Conac, Consucre, Espacio Anna Frank, Fundación Acción Solidaria, Unión Israelita de Caracas, Cendes, Cenamec, Visor, entre otras instituciones.
Caracas diciembre 2010