Aeropuerto Internacional Pablo Neruda Criminal Sexual: así va a ser conocido Chile si la misoginia triunfa en el país de Gabriela Mistral / Viviana Marcela Iriart, 12 de diciembre de 2018



Cuando el arte está por encima de la humanidad, 

la humanidad está perdida







“Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible”

Pablo Neruda, Confieso que he vivido





"Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias (...)  Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado (...)  La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar (...).

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.



El poeta chileno narró la violación, sin arrepentimiento, en su autobiografía Confieso que he vivido. La víctima fue su joven sirvienta de la casta intocable, una casta esclava, sin derechos a defenderse,  cuando él era diplomático en Ceilán. Neruda llama a la violación sexual “experiencia” (pág. 103, Seix Barral, 2017;  pág. 132 Losada, 1974).

El Premio Nobel tampoco fue humano con su única hijaenferma con hidrocefaliala abandonó, afectiva y económicamente. 

Neruda, solidario con las víctimas de la dictadura franquista, no fue igual de solidario con las víctimas del comunismo: apoyó sin reservas  a Stalin, responsable del asesinato de aproximadamente 8 millones de hombres y mujeres, niñas, niños, adolescentes.  Al morir, le dedicó su "Oda a Stalin". 

Si rechazamos que un aeropuerto se llame Hitler, Mussolini, Stalin, Pinochet o Videla, por sus crímenes de lesa humanidad, ¿por qué vamos a permitir que se honre a los cómplices de esos genocidas? Neruda fue cómplice de Stalin.  

Si una mujer  violada  no vale nada para quienes defienden que el aeropuerto de Santiago de Chile lleve el nombre de Pablo Neruda, que las 8 millones de víctimas del estalinismo signifiquen algo para los organismos de derechos humanos chilenos e internacionales  y que se pronuncien.

Porque aunque los derechos de las mujeres también son derechos humanos, parece que todavía  no se han dado cuenta.

Si una mujer violada sexualmente vale menos que las poesías del Premio Nobel de Literatura, qué pobre será la poesía, qué perdida la humanidad.




12 de diciembre de 2018