Como parte de la trilogía escogida por el productor Benjamín Cohen para configurar el espectáculo “Tres dramaturgas del silencio al estallido,” se estrenó exitosamente PUERTA ABIERTA AL MAR de la argentina-venezolana Viviana Marcela Iriart. Este proyecto, donde se presentaban los tres montajes simultáneamente, empezó el 13 de abril y se mantuvo en cartelera por dos meses consecutivos en la sala de conciertos del Ateneo de Caracas. Las otras obras escogidas fueron Las Tiendas del Sheik de Carmen García Vilar y Casa en Orden de Ana Teresa Sosa.
PUERTA ABIERTA…, cuyo texto inédito ha llegado hasta nosotros, explora el
desarraigo de sus dos personajes en diferentes planos. En un primer
nivel, la obra versa sobre el re-encuentro ansioso de dos mujeres
separadas durante diez años. El tipo de relación de los personajes no se
aclara pero es obvio que ha existido un pasado íntimamente compartido
–casi simbiótico- desde la infancia y la adolescencia. Dunia y Sandra
son ahora mujeres en sus cuarenta y de aspecto profesional.
Acertadamente el encuentro inicial esta coreografiado en una danza lenta
en la que las dos mujeres tratan de hallarse –como en una neblina – al
mismo tiempo que reprimen la exteriorización de sus conflictivas
emociones. Con reserva, y tratando de reconocer la huella dejada en
ellas por el tiempo, las dos mujeres empezaran un dialogo, tirante a
veces, que ira desplegando las reacciones contenidas. Axial ellas
pasaran - con cautela y mesura - de la evocación a la risa, del canto a
la nostalgia, de la distancia….al tango! El espectador se entera de esta
manera que la brecha abierta en esta pareja radica en el motivo mismo
del éxodo y en el rol que cada una ha asumido como razón vital: Sandra
ha cortado sus raíces de un tajo al dejar el país y llevar con ella la
denuncia vehemente de los abusos del poder; Dunia se ha quedado en un
destierro interno, acosada por el clima de amenaza e incertidumbre
cotidiano, usando mecanismos de defensa para sobrevivir los miedos. La
nota álgida surge cuando ambas partes confrontan sus versiones y
expresan, con dolor, sus dudas sobre la inutilidad del sacrificio
vivido. Ambas, por otra parte, se sienten acusadas y enjuiciadas por su
contraparte y esa sospecha detiene el flujo del afecto, del reencuentro y
de la vida que ahora las reúne. El denominador común, de estas posturas
antagónicas, sale a flote cuando Sandra y Dunia cobran consciencia de
que la juventud nueva “no tiene memoria” y se ha olvidado ya de ese
capitulo de la historia que a ellas –y a miles de compatriotas- los
marco radicalmente. Ante esta realidad, la alienación aflora
simultáneamente en las dos compañeras. Y es allí donde la obra alcanza
otros niveles de significación mas amplios ya que traspasa la situación
especifica de caracter político para llegar a un nivel existencial donde
la soledad y los recuerdos habitan sin dar tregua.
De
manera magistral la autora ha intercalado, a lo largo de la obra, la
voz inconfundible de Susana Rinaldi al punto que la letra de las
canciones parece entretejerse con los parlamentos de la obra, y, aun
mas, parece crear un tercer personaje omnisciente. El recurso de la
música actúa igualmente como soporte certero, como raigambre profunda de
estos seres fragmentados. El final esperanzador, que se da a través de
la voz de Rinaldi cantando apropiadamente “A pesar de todo” axial como
en la aceptación conciliatoria de Sandra y Dunia, atenúa tiernamente la
tensión emotiva mantenida en alto a lo largo de la pieza.
Es
oportuno añadir que Viviana Marcela Iriart –novelista y periodista –
estuvo refugiada en el consulado de Venezuela a los 21 años, etapa en
la que empezó su exilio que la llevaría a varias latitudes hasta
ubicarse en Venezuela. A juzgar por el interés manifestado con el
estreno de PUERTA ABIERTA…es dable augurar a la escritora Iriart muchos
éxitos en sus futuras obras.
Dra. Susana D. Castillo
San Diego State University
Latin American Theatre Review
The University of Kansas
Fall 2007
Fall 2007
Estados Unidos