¡Bravo, Carlos Giménez! Porque cuando Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, vio el El Coronel no tiene quien le escriba adaptada y dirigida por ti, dijo de sus personajes: “No los reconozco, los conozco. No los había conocido, los conocí ahora. Yo me imaginaba cómo eran, pero nunca los había visto. Ahora los vi.”
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 19 años gana sus primeros premios internacionales en los festivales de teatro de Cracovia y Varsovia (Polonia), otorgados por el Instituto Internacional de Teatro-Unesco (ITI) y participa en el Primer Festival de Teatro de Nancy (Francia).
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 22 años recorre América Latina por tierra haciendo teatro para las hijas y los hijos de los mineros, los pescadores, las campesinas, los olvidados y olvidadas de la tierra y nunca dejó de hacerlo.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque fue generoso, amable, humilde y agradecido, aunque a veces la leyenda diga lo contrario. Un ser humano con todas las virtudes, defectos y contradicciones de los seres humanos.
¡Bravo, Carlos Giménez!
Luis ¿en qué año y en qué ciudad conociste a Carlos Giménez?
A Carlos le conocí, creo que en 1979 o 80, yo tenía 15 años, él estaba postrado en una cama de una clínica de Caracas.
¿Por qué estaba hospitalizado?
Había sufrido un accidente grave, la caída de un andamio mientras dirigía un montaje. Un accidente que casi le quita la vida. Yo estaba becado en el Teatro Negro de Barlovento y estaba hospedado en casa del director Armando Urbina, quien fue a visitarlo y me llevó con él a la clínica.
Nunca me imaginé que años después tendría el privilegio de formar parte del elenco Rajatabla durante 8 años de mi vida artística. 8 años que me marcaron para siempre.
Pero en verdad lo conocí a la salida de la obra La Fiesta de los Dragones, que dirigía el español Juan Margallo para Rajatabla. Yo trabajaba en el montaje que se hacía al aire libre en el Parque del Este. Cuando terminó la obra se acercó a mí, me felicitó y se vino charlando conmigo hacia los camerinos, yo, por supuesto, sorprendido. Ese día me invitó a las lecturas de La Charite de Vallejo que comenzaban en esa semana en Rajatabla.
Desde entonces Rajatabla se convirtió en mi casa y los compañeros en mi familia. Yo venía del interior, de la ciudad de El Tigre, tenía 18 años, me convertí en el actor más joven del elenco estable de Rajatabla
¿Qué te pareció Carlos? ¿ Intimidaba?
Carlos era un hombre genial, además de ser un genio como artista, como persona era un tipo muy generoso, bromista, leal, estaba acostumbrado a estar rodeado de muchos aduladores, por eso sabía todo lo que acontecía en el interior del templo Rajatabla.
No creo que Carlos basara su relación con los demás a partir del miedo, ni profesional, ni personalmente. Imponía, eso sí. Otra cosa es que era extremadamente riguroso, exigente, siempre obsesionado por la perfección.
Un director no debe intimidar, su trabajo consiste en generar confianza, no se puede crear en libertad bajo presión y eso él lo sabía perfectamente.
¿Habías visto alguna obra suya antes de conocerlo?
Esta es una historia muy hermosa, cuando se la conté a Carlos se conmovió mucho, creo que eso nos hizo más cercanos, más cómplices.
La primera vez que vi Rajatabla yo tenía 12 años. Rajatabla se presentaba en mi pueblo, El Tigre. Entre los muchachos se corrió el comentario de que en la obra salía una mujer desnuda. La obra era El Candidato y la mujer desnuda era Sonia Vera. No teníamos ni dinero, ni edad para ver la obra. Nos montamos en el techo del gimnasio cubierto donde se hacía la representación. Quede hipnotizado por lo que veía desde las alturas, cual mono sujeto a las rejas fui testigo del acontecimiento que cambiaría mi vida para siempre. Pensé “esto es lo que yo quiero hacer,” pasado el desnudo mis amigos bajaron y se fueron, yo seguí colgado. Era mágico aquello, había una fuerza de atracción entre la obra de Carlos y ese adolescente que por primera vez veía una obra de teatro. Al pasar el rato, baje y le pedí al de la puerta que me dejara entrar, pues ya había pasado el desnudo, me miró y me dejó entrar. Termine de ver la obra desde adentro, en un rincón. Esos recuerdos los vivo como si fuera ayer, están tan marcado en mi memoria. Me acuerdo de Daniel López sin piernas en un carrito, de Pepe Tejera en zancos, de Cosme Cortazar y de Carlos Canut.
¿Carlos ya era famoso y poderoso?
Oí decir más de una vez a Carlos…”yo no quiero la fama, quiero la gloria”, creo que a Carlos eso de la fama no le interesaba, estaba por encima de eso, Carlos quería trascender con su arte, tocar el cielo con los dedos, su ambición no pasaba por la fama. Su obra trascendió más allá de lo insospechado. Su obra conmovió al mundo del teatro universal.
Solo los que participábamos en sus montajes sabemos la importancia de Rajatabla en los escenarios del mundo. Rajatabla cosechaba muchísimo más éxito en el extranjero que en Venezuela. Las ovaciones en el mundo todavía resuenan en mis oídos.
El poder de Carlos consistía en su capacidad de seducir, de gestionar sus proyectos, convencer a todo aquel que dudara de sus propuestas. La estética del poder dentro y fuera de las tablas. Un día me dijo: lo más importante para un director es descubrir el sentido dialéctico del teatro.
Mucha gente decía que Carlos se repetía, no, Carlos creó un estilo, el estilo Rajatabla, sus discursos escénicos y estéticos eran inconfundibles. Tadeusz Kantor es inconfundible, al igual que Ingmar Bergman o Giorgio Strelher, eso no es fácil, allí solo llegan los grandes.
¿Crees que Carlos cambió cuando se convirtió casi en el hombre más poderoso de la cultura venezolana?
Carlos siempre fue Carlos Giménez, cuando estuvo seguro de su poder, fue cuando comenzó a cristalizar los proyectos fuera de Rajatabla. O sea, Carlos utilizó su poder para convertirse en el hacedor de realidades. Surgió el Taller Nacional de Teatro, El Centro de NuevosDirectores, El Taller Nacional Juvenil de Venezuela y por supuesto la consagración del Festival Internacional de Teatro de Caracas.
Convirtió a Rajatabla en una transnacional de arte, exportando teatro, con coproducciones en New York, Spoletto (Italia), México, Argentina, Rusia. Ya no dependía solo de las ayudas y subsidios estatales y del Ateneo de Caracas. Creo que esto se aprendió después del conflicto con el Ateneo de Caracas y la familia Otero, conflicto que generó una crisis institucional que nos tuvo sin cobrar durante tres meses. Yo estaba ese día, fue durante una función de El Pasajero del Ultimo Vagón en la quinta Macondo de los Otero. Pero no hablaré de eso.
¿En qué obras trabajaste con él?
La Charite de Vallejo, Agua Linda, Alegría y Mapulín, Bolívar, La muerte de García Lorca, Macbeth, El Pasajero del Ultimo Vagón, La Honesta Persona de Shechuan, Ramón Terra Nostra, Tu País Está Feliz, Historia de un Caballo, La Celestina, La máscara Frente al Espejo, Memory, Casas Muertas, El Embrujado, Cipango. Tuve la dicha de participar en la época dorada de Rajatabla. 17 obras y ocho años inolvidables, creo que se me queda alguna sin nombrar.
Luis Garván y Jorge Luis Morales en Alegría y Mapulín |
¿En cuál te gustó participar más y por qué?
Para mí todas fueron experiencias muy positivas, cada proceso creativo implicaba nuevos retos, vivencias nuevas, aprendizajes maravillosos. Los procesos de creación en Rajatabla eran auténticos descubrimientos. Pero quiero referirme a un proceso muy especial porque es el fiel reflejo de lo que era Rajatabla
A raíz del éxito rotundo de Bolívar en New York, el influyente productor estadounidense fundador del New York Shakespeare Festival y del Public Theater, Joseph Papp, acordó con Carlos el estreno mundial en New York del próximo montaje de Rajatabla, el montaje elegido fue el “Testamento del Perro”. Como siempre se realizó todo el proceso de análisis, lecturas, distribución de personajes, íbamos atrasados y ya solo quedaban 20 días para el montaje, ensayos y estreno en New York. Ya todo estaba preparado, estábamos ya todos en la sala para el primer día de ensayos, esperando la llegada de Carlos, entró con su asistente y comenzó a repartir un nuevo texto.. Dijo: "no vamos a montar el Testamento del Perro, vamos a montar La Celestina.." Nos miramos a las caras todos, pero nadie dijo nada. Adelante.
Fueron 15 días de encierro en la sala Rajatabla, salíamos a las 5 de la mañana y entrábamos a las 2 de la tarde, 8, 10 y 12 horas sin parar. A veces en pleno ensayo yo podía ver a Carlos dormido en la butaca, aun así seguíamos poseídos por la poderosa fuerza mágica del montaje. Nunca más he vivido algo parecido en mi vida. Logramos acabar el montaje en diez días y quedaban 5 días para apoderarnos de la vida de la tragedia, hacerla nuestra.
En New York tuvimos 2 días de ensayos incluida la noche del estreno. Horas antes del estreno ya estábamos vestidos, preparados en el escenario, comenzó a sonar la percusión en directo y todos comenzamos a danzar en el escenario, entregados al rito, poseídos por la magia Rajatabla. Se apagaron las luces y se hizo un silencio, que presagiaba lo que allí sucedería, silencio que se rompió con la entrada del público, a partir de allí, yo no supe nada más hasta despertar por la ovación que retumbaba en el patio de butacas. Ahora los poseídos eran ellos, el público que gritaba BRAVOOOOOO. Minutos de aplausos sin cesar.
A las 5 de la mañana pudimos leer una página entera del New York Time con la crítica más maravillosa que he podido leer de La Celestina. La consagración de Rajatabla en la cuna del teatro norteamericano, New York. Luego nos esperaba San Francisco, Ciudad de México, San Salvador y Caracas.
¿Cómo podía ser posible algo así? Solo con un genio como Carlos Giménez!! Yo lo llamé…El Milagro Rajatabla.
The New York Times, 13 de agosto de 1987
¿Cómo era Carlos en los ensayos, además de exigente?
Mucha gente habla que Carlos era un puestista, que no dirigía actores, creo que esa leyenda la crearon los envidiosos, los odiantes, esos que como Salieri con Mozart, no soportaban la grandeza del genio.
En los ochenta, cuando la semiótica teatral había aportado estudios que significaban el salto del teatro contemporáneo de finales del siglo XX, ya Carlos estaba en sintonía con estos aportes. Cuando ya había salido a la luz el último legado de Stanislavski, el revolucionario Método de las Acciones Físicas y Análisis Activo, ya Carlos lo estaba poniendo en práctica de manera efectiva con su compañía. Carlos siempre iba por delante, con años de distancia. No era un genio por ósmosis, era un estudioso e investigador que revolucionó el teatro contemporáneo internacional. Mucho hay que estudiarle para comprender el teatro y saber de dónde viene nuestro teatro verdadero. Lamentablemente no es motivo de estudio.
¿En qué giras y festivales participaste con esas obras?
Moscú, Riga, Lituania, Georgia, La Habana, New York, San Francisco, Ciudad de México, Guanajuato, San Josè de Costa Rica, Puerto Rico, San Salvador, Bogotá, Manizales, Buenos Aires, Córdoba, Rio Tercero, Carlos Paz, Madrid, Sicilia, Curazao, Montevideo, etc. etc. Luego con mi compañía El Globo Teatro he estado en Egipto, Túnez, España, Jordania, Siria, China, Francia, Brasil y Venezuela. O sea que gracias al teatro he podido recorrer muchos escenarios en el mundo.
Carlos era un hombre muy generoso, de ayudar mucho a la gente con dinero y con trabajo. En general tenía un carácter apacible pero cuando se enojaba estallaba como un volcán. Yo lo escuché gritar algunas veces, pero nunca sin motivo. ¿Cómo fue tu relación con él?
Yo crecí en Rajatabla, me hice un hombre de teatro bajo la tutela de Carlos, me considero uno de sus discípulos más cercanos, no de una obra, de una experiencia, sino de un proyecto de vida. Casi todo lo que sé, se lo debo a Carlos y lo que he aprendido y sigo aprendiendo es gracias a las herramientas que me he llevado de Carlos. Me he convertido en director desde hace mucho tiempo, incluso antes de su muerte.
Carlos fue mi mentor y de una extraordinaria bondad conmigo, el sabía que yo quería ser director. Cuando viajábamos, me acostumbré a ir al teatro antes de que Carlos llegara a la sala y jugaba a imaginarme como resolvería el montaje en ese espacio, muchas veces acertaba y otras no. Cada escenario era una incógnita, ya que Carlos acostumbraba a aprovechar todo lo que el espacio físico del teatro le proporcionaba, la mayoría de sus montajes eran sin telones, descubría al espectador eso que normalmente está oculto, lo ponía a disposición de su obra y hacia maravillas, eso del espacio vacío del que habla Peter Brook. A veces él me veía sentado en el patio de butacas y en algún momento me preguntaba algunas dudas, me imagino que era para ponerme a prueba. Complicidad creativa.
A mí me deportaron de España justo cuando iba a dirigir la compañía la Cuarta Pared de Madrid. Fue una deportación improcedente, ilegal. El caso fue que llegué a Venezuela desesperado, entré a su oficina y le conté lo que había sucedido y que incluso los policías me comentaron cómo podía entrar desde Portugal, para poder seguir allí y dirigir la obra de la Cuarta Pared. Carlos sacó su tarjeta de crédito y me dijo: "ve ahora mismo a Viasa y compra un billete de avión a Portugal", llamó a Williams López y le dijo: "sácale a Wicho un visado en la embajada de Portugal ahora mismo". Me abrazó y me dijo al oído: "negrito, nadie tiene derecho de romper sus sueños. Vete". Lo digo ahora con lágrimas en mis ojos. Era un gran hombre, como un padre para mí.
¿Cuál de sus obras de teatro te impactó más y por qué?
Creo que sus obras maestras fueron Bolívar, La Celestina, Peer Gynt y El Coronel no Tiene Quien le Escriba.
¿Por qué te fuiste de Rajatabla?
Me gané el premio al mejor actor del Festival Goldoni del Instituto Italiano de Cultura. Era una Beca para cursar estudios en La Bottega Teatral de Vittorio Gassman, el Instituto Internacional de Actor de Paolo Cocceri ambos en Florencia y El Piccolo Teatro de Milán de Georgio Strelher.
Hay muchas definiciones maravillosas sobre Carlos, pero no puedo citarlas a todas así que sólo citaré tres.
Para Rubén Monasterios era “un ángel furibundo.
Para Azparren Giménez “hubo una pasión por Carlos Giménez que siempre me recordó al personaje de Teorema, la película de Pasolini”.
Y para la nominada al Oscar, Norma Aleandro, Carlos tenía un “ÁNGEL” impresionante”, y el “ángel” lo dijo en mayúsculas. ¿A qué Carlos conociste tú o conociste a los tres?
Respecto a la definición de Azparren Giménez, creo que no lleva buena intención, Azparren nunca ha disimulado su aversión por Carlos.
Y entre Rubén Monasterio y Norma Aleandro, me quedo con Norma. Era más Ángel que furibundo. Su furia era más dialéctica, pero no era un tipo que viviera furioso. Que tenía momentos de furia sí, creo que en determinados casos era una estrategia para conseguir algunos determinados objetivos y en otros casos no.
Recuerdo que New York el técnico se negó a resolver un problema de Iluminación y se armó una memorable, mandó a recoger todo en los baúles y dijo a gritos: nos volvemos Venezuela. Me recordó a la obra Bolívar…".Vámonos muchachos, esta gente no nos quiere en esta tierra..." (se ríe). Vino al Teatro el mismísimo Josep Papp para resolver el entuerto. Pero ya le conocíamos, era un show para conseguir su objetivo. A veces lo hacía en los ensayos como un método de presión. Pero la más fuerte que yo pude presenciar fue lo sucedido en la quinta MACONDO, eso no era un Show…..
Y como ya dijiste anteriormente no quieres hablar de eso, así que no te preguntaré. ¿Qué es lo que más valoras de su trabajo y de su persona?
TODO, CARLOS NO TENÍA DESPERDICIO
De todas las instituciones que Carlos creó, cuál o cuáles te parecen las más importantes?
La que permanece aún es el Taller Nacional de Teatro (TNT) Aunque no es ni la sombra de lo que era. Yo formé parte del Staf de profesores fundadores a los 22 años. Creo que la más ambiciosa e importante fue el Taller Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), con núcleos en diversos estados. La idea era emular el sistema nacional de orquestas sinfónicas de Abreu. Lamentablemente no le dio tiempo, sino, el destino del teatro nacional sería abismalmente diferente con toda seguridad.
¿Qué es lo mejor que aprendiste con él?
A respetar a los actores, a saber dirigir actores. ((Actualmente además de dirigir me dedico a la formación, soy coach de interpretación, especialista en el método de las acciones físicas y análisis activo). A entender el sentido dialéctico del teatro. Aprendí a construir discursos escénicos y luego obras de teatro. Mis montajes sufren metamorfosis, se van transformando, evolucionando, están vivos y se modifican según el espacio al que se enfrentan. Hago un teatro palpitante, vivo. Entiendo la semiótica del teatro contemporáneo, el manejo de los signos, del lenguaje. Todo Gracias a él.
La pérdida del amigo, del maestro.
¿Y para la cultura venezolana?
El atraso, la muerte del teatro venezolano
Si Carlos pudiera escucharte, ¿qué le dirías?
Siempre que estreno un montaje minutos antes me voy a un rincón y conecto con su espíritu. Hablo con él, le dedico la lucha. Es un rito muy íntimo y afectivo que realizo en cada montaje que llevo a cabo.
Gracias, Luis, un placer hablar contigo.
Gracias a ti por esta oportunidad.
Madrid, 11de diciembre de 2020
Luis Garván: actor, director, profesor, fundador de El Globo Teatro.