El VIII Festival
Internacional de Teatro de Caracas fue patrocinado por la Presidencia
de la República de Venezuela, presidente Carlos Andrés Pérez; el Consejo
Nacional de la Cultura (Conac), presidente honorario y Ministro de Estado de la
Cultura, Maestro José Antonio Abreu; Fundateneofestival, presidenta María Teresa Castillo, y empresas privadas como el Banco Mercantil y
Ford Motors. Contó con el apoyo de la Embajada de Yugoslavia, el Instituto Venezolano-Italiano
de Cultura, la Escuela Militar de Venezuela y la Comandancia de la Marina. El Festival fue dirigido por María Teresa Castillo y Carlos Giménez.
Un año antes había
ocurrido la tragedia del Caracazo. Para quien no lo sepa: gente pobre y
trabajadora enardecida de injusticia pidiendo inclusión social y salir de la pobreza. Fueron
masacrados. Hoy, 25 años después, siguen condenados a vivir en los mismos ranchos
con la misma pobreza.
Una de las razones de la perpetuación
de esta injusticia la explicó muy bien Héctor Rodríguez, Vicepresidente para el Área Social,
el pasado 25 de febrero en el taller “Campaña para erradicar la pobreza extrema” "No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarla a la clase media y que después aspiren ser escuálidos".
Pero el Festival
Internacional de Teatro de Caracas era un foro de inclusión, libertad, divergencia,
tolerancia. Un espacio donde convergían todas las ideas; donde no había censura
política ni discriminación económica, racial, sexual, religiosa, nacional, orientación
sexual...
Allí se encontraban y
compartían la gente de teatro víctima de las dictaduras militares de derecha
con la gente de teatro víctima de las dictaduras de los países comunistas y con
la gente de teatro contestataria de países democráticos, capitalistas y socialistas,
como Estados Unidos y Suecia. Allí se encontraban la gente de teatro de Israel
con la gente de teatro de los países árabes. La gente de teatro de los países
europeos esclavistas con la gente de teatro de los países esclavizados. La
gente de teatro del explotado Tercer Mundo con la gente de teatro del
explotador Primer Mundo. Y nadie se
peleaba.
De las dictaduras de
derecha llegaban grupos disidentes. De las dictaduras de izquierda grupos
sometidos.
A las víctimas de las dictaduras de izquierda,
eso sí, nadie las llamaba víctimas (igual
que ahora) porque la diferencia entre las dictaduras de derecha y las de
izquierda es que las víctimas de las dictaduras de izquierda no tienen
dolientes. Como si la tortura doliera menos cuando te la aplica un fascista
comunista que un fascista derechista.
El Festival Internacional
de Teatro de Caracas, que fue creado en
1973 por María Teresa Castillo (presidenta del Ateneo de Caracas) y Carlos Giménez (director del Grupo Rajatabla), fue dirigido por ambos hasta la muerte de
Carlos Giménez en 1993, cuando su cargo lo pasó a ocupar Carmen Ramia. María
Teresa Castillo siguió siendo su presidenta hasta su muerte en 2012.
Los espectáculos de teatro
y danza que se presentaban se caracterizaban por ser una denuncia del poder
político, las democracias corruptas, los regímenes dictatoriales, la pobreza,
la injusticia social, la persecución por diferentes motivos (políticos,
religiosos, sexuales …); la falta de libertad, la opresión, la discriminación.
El Festival se realizaba
en Caracas y en ciudades del interior del país. Tenía entradas más económicas para
estudiantes y era política del Festival dejar entrar gratis a las personas que
no habían podido comprar su entrada, si había lugar en las salas, y después de
que ingresaban las personas con entradas. Civilizadamente se formaba una cola paralela y,
en los años que fui espectadora y/o empleada del Festival, nunca las personas
con entradas se quejaban porque se dejara pasar a personas que no habían pagado
la suya y, más bien, se apretujaban para que más gente pudiera disfrutar del
espectáculo.
El Festival Internacional
de Teatro de Caracas era una fiesta en la que compartían por igual, y del mismo
plato, las personas ricas con las pobres, las negras con las blancas, negras,
amarillas, indígenas; las heterosexuales con las homosexuales, lesbianas, travestis;
los hombres con las mujeres. El Festival nos volvía, por 15 días, iguales.
Y entonces ocurrió el
Caracazo.
Las palabras de Brecht que María Teresa Castillo y Carlos Giménez ponen al inicio del catálogo de este Festival hablan por sí solas del espíritu que les embargaba en aquel tiempo tan doloroso.
“¡Realmente vivo en
tiempos oscuros!
La palabra sincera es una
locura, la frente pura
revela insensibilidad.
Los que ríen no han oído
aún
el terrible anuncio.
(…)
Nosotros que quisimos en
la tierra
edificar la benevolencia
no pudimos ser benévolos
pero ustedes, cuando
llegue la hora
en que el hombre sea el
amigo del hombre,
piensen en nosotros con indulgencia”.
Las palabras de Carlos,
una declaración de principios:
”Un espectador
conmovido por la universalidad del ser humano,
por la diversidad de los temas que
lo aquejan, por la pluralidad
de respuestas a una sola expectativa común:
un mundo mejor".
Ojalá que podamos
construir una Venezuela mejor, codo a codo y no codo contra codo, en este otro
momento trágico que vive nuestro país.
28 de febero de 2014