Ángel Acosta y Carlos Giménez paseando por el Nilo, Egipto. Fuente: Ángel Acosta |
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque Carlos (Argentina 1946-Venezuela 1993) en apenas 30 años de carrera dirigió más de 80 obras de teatro en Argentina, Venezuela, México, Perú, Nicaragua, España y Estados Unidos, donde fue invitado por el mítico productor Joseph Papp, y creó -entre otras - nueve instituciones culturales de gran importancia en Venezuela y Argentina.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porqué creó el Festival Internacional de Teatro de Caracas, junto a la entrañable y talentosa María Teresa Castillo; el Instituto Universitario de Teatro (IUDET), el Grupo Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro (TNT), el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), el Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT), ASITEJ (Asociación Internacional de Teatro para la Juventud, Capítulo Venezuela) y, en Córdoba, el Festival Latinoamericano de Teatro y el grupo El Juglar cuando todavía era adolescente.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque cuando Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, vio el El Coronel no tiene quien le escriba adaptada y dirigida por ti, dijo de sus personajes: “No los reconozco, los conozco. No los había conocido, los conocí ahora. Yo me imaginaba cómo eran, pero nunca los había visto. Ahora los vi.”
¡Bravo, Carlos Giménez! Por haber llevado a Venezuela lo mejor del teatro del mundo, permitiendo que tomáramos talleres con los grandes Maestros y Maestras y ver sus espectáculos a precios populares: Tadeusz Kantor, Berliner Ensemble, Peter Brook, Giorgio Strehler, Peter Stein, Lindsay Kemp, Pina Bausch, Norma Aleandro, Vanessa Redgrave, Kazuo Ohno, Tomaz Pandur, Eva Bergman, Eugenio Barba, Yves Lebreton, Peter Schumann, Antunes Filho, Gilles Maheu, Santiago García, Darío Fo, Els Joglars, Franca Rame, Ellen Stewart, Joseph Papp, Andrezj Wajda, Dacia Mariani…
¡Bravo, Carlos Giménez! Por hitos como Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, Bolívar y La Muerte de García Lorca de José Antonio Rial, Martí, La Palabra de Ethel Dahbar, La Honesta Persona de Sechuan de Brecht, Tu país está feliz de Antonio Miranda, El Campo de Griselda Gambaro, La señorita Julia de Strindberg, Peer Gynt de Ibsen, El Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez… Porque sus obras fueron ovacionadas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Porque su talento como director y gerente cultural fue único, extraordinario, irrepetible en la escena latinoamericana.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 19 años gana sus primeros premios internacionales en los festivales de teatro de Cracovia y Varsovia (Polonia), otorgados por el Instituto Internacional de Teatro-Unesco (ITI) y participa en el Primer Festival de Teatro de Nancy (Francia).
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 22 años recorre América Latina por tierra haciendo teatro para las hijas y los hijos de los mineros, los pescadores, las campesinas, los olvidados y olvidadas de la tierra y nunca dejó de hacerlo.
¡Bravo, Carlos Giménez! Porque fue generoso, amable, humilde y agradecido, aunque a veces la leyenda diga lo contrario. Un ser humano con todas las virtudes, defectos y contradicciones de los seres humanos.
¡Bravo, Carlos Giménez!
Porque fue un genio.
Y me haces mucha falta.
Carlos Giménez y Ángel Acosta. Fuente: Ángel Acosta |
Dedicatoria de Carlos Giménez a Ángel Acosta de su obra Alegría y Mapulín. Fuente: Viviana Marcela Iriart |
“Fue otro de los hechos fundamentales de mi vida.
Porque a través del accidente y a través de la respuesta
y de la solidaridad que obtuve, la adhesión afectiva de la gente,
establecí una relación importante con el país”.
Carlos Giménez, entrevista, 1984
Ángel ¿en qué año y en qué ciudad conociste a Carlos?
Fue en Caracas, en 1974, y fue un encuentro realmente maravilloso. Cuando lo conocí yo pensé que Carlos era un empleado de banco, no sabía que era Carlos Giménez aunque él ya tenía mucha fama y me habían hablado de él. Yo era actor, había estaba trabajando en un musical góspel con el director de Arte de Venezuela, Levy Rosell, y fui a un lugar y ahí me encuentro con Carlos, y bueno, lo veo, lo miro y me pareció un ser muy grato. Y pensé que era español, porque tenía mucha pinta de español, de andaluz, y también pensé que era un empleado de banco y nos pusimos a conversar y yo me vengo a enterar de que era Carlos Giménez cuando el estreno de María Estuardo, con América Alonso y Berta Moncayo, una obra realmente maravillosa, en el Teatro Nacional de Caracas. Y esa noche realmente me entero quién es cuando él sale a saludar, porque su productor me había invitado al estreno pero yo no sabía por qué me invitaba, y ahí veo que es Carlos Giménez. Unos meses después nos fuimos a Madrid juntos. Es una historia muy cómica, la verdad, pero maravillosa y bueno, a partir de ahí fuimos amigos hasta que se fue.
¿Cuánto tiempo pasó desde que lo conociste hasta que te enteraste de que Carlos era Carlos?
Fueron unas semanas (se ríe) y fue muy particular porque si yo hubiera sabido que él era Carlos Giménez, de repente ni me le acerco ¿no? Pero hubo un buen feeling entre Carlos y yo desde el primer momento y desde ese día, hasta que se fue, no nos separamos.
¿Cómo era la vida con Carlos?
Muy fácil, porque él era un ser extraordinario, maravilloso. Carlos y yo viajamos mucho juntos, por toda Europa, por Egipto, íbamos mucho a Nueva York a ver teatro. Recuerdo una Navidad, con Conchita Obach y Moreno Uribe, en la que fuimos a ver el musical Barnum y a la salida Carlos sale cómo congelado porque el frío era enorme, en ese momento había una helada en Nueva York y Carlos no sentía la nariz, era impresionante, parecía que la tenía como congelada y bueno, eso fue un gran drama (se ríe). Y nos fuimos a Broadway, a la Quinta Avenida y aquello era puro hielo, un espanto fue ese invierno en Nueva York. Con Carlos tengo tantas anécdotas… Otra vez nos fuimos a la antigua Yugoslavia, también estuvimos en Roma y por supuesto Grecia, Turquía… ¡tantos países! Fuimos mucho a París porque a Carlos le gustaba mucho París, pero en cambio yo nunca me sentí bien en París, porque es un lugar donde no había buena energía para mí, ni con Carlos ni sin Carlos. Pero bueno, disfruté mucho y aprendí mucho de Carlos, todo fue aprender y aprender y aprender, fue un ser realmente extraordinario en mi vida. Y mi madre adoraba a Carlos, ella le tenía un gran amor, bueno, toda mi familia lo adoraba. Y su familia me quería a mí, su madre para mí era especial y su papá muchas veces me decía que él no distinguía a Carlos de mí, él era un señor muy particular, muy fuerte, pero me tenía un gran cariño y su madre lo mismo y compartimos mucho juntos, era una gran familia, de verdad que sí.
¿Cómo era Carlos en la casa? ¿Le gustaba cocinar?
No, Carlos no cocinaba nada, no sabía ni freír ni un huevo, ahí el que cocinaba era yo, pero había algunas cosas que él hacía, como fregar los platos (ríe) y otras tareas, porque compartíamos el trabajo de la casa. Pero él era un ser maravilloso, adorable.
¿Crees que Carlos cambió cuando se hizo famoso y se convirtió casi en el hombre más poderoso de Venezuela?
Te voy a decir la verdad sí, sí cambió. El poder realmente cambia a la gente. Claro, Carlos conmigo no cambió. Pero Carlos tuvo mucho, mucho, mucho poder y realmente para mí el poder enferma, lamentablemente. Y el poder de Carlos no era sólo en Venezuela, era también en el mundo, porque fuera donde fuera Rajatabla tenía un gran éxito, en Rusia, en Australia, América Latina, España, Estados Unidos… Carlos fue muy reconocido a nivel internacional. Cuando él fue a España con Bolívar fue increíble, también con La muerte de García Lorca, que se presentó en Madrid. Carlos tenía mucho poder y tenía razón también para tener ese ego. Y a veces se le pasaba, desde mi punto de vista ¿no?
¿Sabes algo de cuando Carlos fue deportado de México en 1973?
Sí, él me contó esa historia, fue realmente algo muy fuerte y también de la forma en que lo hicieron (NR: lo detuvieron y lo golpearon) y bueno, son cosas que pasan en la vida y además (se ríe) Carlos realmente era muy atrevido. También cuando montó La orgía en Venezuela, en la época de Caldera, yo todavía no lo conocía, parece que también se armó un gran revuelo porque era una obra bastante fuerte y bueno, Carlos era así, irreverente ¿no?
Tan irreverente que dicen que Carlos tuvo que autoexiliarse de Venezuela, en 1974, después del estreno de Las Lanzas Coloradas. Y el autoexilio es por persecución política. ¿Carlos fue perseguido o en realidad él emigró a España?
No, no, Carlos no fue perseguido, Carlos emigró a España porque esa fue una obra que realmente no funcionó. Carlos estaba con mucho trabajo, muy agobiado, estaba el Festival Internacional, y la verdad que fue algo muy atravesado, no fue el mejor montaje de Carlos, realmente, y creo que fue por el exceso de tener tantas cosas al mismo tiempo, muchos calderos al fuego, fue demasiado. Y además yo tenía trabajo en España, fueron muchas cosas… y creo que fue importante porque Rajatabla se dividió, unos se fueron a Portugal, otros se fueron a París y unos se vinieron a España con nosotros, pero después. Pero al principio nos fuimos Carlos y yo solos a Madrid.
¿Por qué crees que Carlos decidió irse a España y no a Argentina, su país de origen?
Carlos tenía con España un amor especial, era un enamorado de Madrid, de Andalucía, de Lorca y de los grandes autores españoles. Además él tenía descendencia española, tanto la mamá como el papá de Carlos descendían de españoles y él tenía una gran fijación con España, siempre. Y Argentina, en ese momento, tampoco estaba nada bien para él. Creo que fue por eso. Y la experiencia de España fue realmente algo maravilloso, fantástica.
¿Qué obras dirigió Carlos en España?
Lo primero que Carlos dirigió fue Venezuela teatro y futuro, que estrenamos en el Teatro Real, en el auditorio que hay allí, un anexo maravilloso, con textos de Chocrón, de Román Chalbaud y de Miguel Otero Silva. La segunda obra que Carlos dirigió fue Magnus e Hijos de Ricardo Monti con William López, Paco Alfaro, Mariela Romero, José Salas y Alexander Milic, que era el protagonista, mientras que Paco, Williams y yo éramos sus hijos, Salas era el sirviente y Mariela Romero, una gran actriz y una gran escritora que está ahora en Estados Unidos, era una prostituta y le quedó muy bien. Carlos montó esas dos obras y nos dieron un premio en Italia, donde estuvimos el teatro Belli de Roma y fue una maravilla. Y después volvimos a España y Carlos montó La Juanbimbada con América Alonso, la gran actriz, la mejor actriz de Venezuela. Los ensayos fueron en Mallorca, en Palma, y fue una experiencia realmente fantástica y el estreno fue en el teatro Uomo en Milán, un teatro maravilloso y una experiencia realmente maravillosa y con esta obra se da el retorno de Carlos nuevamente a Venezuela. En la obra, además de América Alonso, trabajaban Antonieta Colón, José Tejera, Mariela Romero, Paco Alfaro, y yo. Y esa fue nuestra experiencia, y la de Carlos, en España e Italia.
¿Carlos era conocido en España?
No, Carlos no era conocido en España en ese momento, para nada, pero el público español nos trató muy bien y, aparte de eso, ese montaje tan loco y tan espectacular de Carlos de Magnus e Hijos, realmente impresionó mucho. Yo fui casi el productor de esa obra, porque se hizo con dinero mío, porque no había dinero en ese momento, y yo trabajaba como modelo y gané un dinero y con ese dinero se hizo la escenografía, vestuario, etc. etc. Fue una maravillosa experiencia que volvería a repetir igual, si fuera posible que volviera a pasar.
Sólo por curiosidad, ¿pudiste recuperar la inversión?
(Ríe a carcajadas) No, no, no recuperé la inversión. Pero la inversión fue para mí aprender en esa universidad de la vida que era Carlos y que fue maravilloso. Para mí fue un placer haberlo hecho y lo volvería a hacer igual.
¿De qué vivían? ¿Ganaban dinero haciendo teatro?
No, no podíamos vivir del teatro. Pero, por suerte, yo en ese momento trabajaba como modelo e hice muchas campañas para marcas importantes, el Corte Inglés, Rexona, etc. y realicé una gran cantidad de comerciales, de spot publicitarios y gané mucho dinero y entonces … nos arreglábamos. A veces yo hacía en casa comida para todos, un potaje y una cosa y demás… y nos arreglábamos para vivir y fue maravilloso, fue una experiencia realmente extraordinaria, increíble. Y éramos muy felices con lo poco que teníamos en ese momento.
¿Cuánto tiempo se quedaron?
Desde el mes de septiembre del 74 hasta noviembre de 1975, después de la muerte de Franco. Cuando Franco muere estábamos presentando Magnus e hijos y tuvimos muchos problemas con esa obra en los pueblitos y los lugares a dónde íbamos, porque era una obra realmente muy fuerte. La obra era de Ricardo Monti, un dramaturgo argentino, y era sobre un dictador y sus hijos, una obra maravillosa.
¿Alguna anécdota sobre los problemas con Magnus e Hijos?
Sí, un una vez saliendo de un teatro, creo que en Valladolid que es una ciudad muy facha, muy fuerte, tuvimos que salir por la puerta de atrás (ríe a carcajadas), no pudimos salir por la entrada principal porque nos estaba esperando una cantidad enorme de personas para entrarnos a golpes. Y bueno, Carlos por supuesto que se puso furioso. Otra anécdota es que Carlos tuvo que sustituir a uno de los actores y bueno, fue realmente increíble, muy fuerte (se ríe) Carlos actuando. Carlos tuvo que hacer el personaje que hacía Williams López, que estaba enfermo y no podíamos suspender la función, Carlos como actor no era lo mejor (se ríe), como director era maravilloso pero como actor, no.
¿Carlos extrañaba, sentía nostalgia por Venezuela?
Bueno, Carlos trabajaba tanto que no sentía nostalgia por Venezuela y además sabía que iba, íbamos a volver, porque su fijación era Rajatabla, su grupo, su gente. Pero había tanto trabajo y era tan maravilloso lo que estaba pasando con esa experiencia de Magnus e Hijos. Y bueno, yo pienso que si Carlos se hubiese quedado hubiese tenido una trayectoria extraordinaria en España, porque Carlos tenía talento donde fuera.
¿Entonces Carlos regresa por Rajatabla?
Sí. Aunque Carlos hubiese tenido un gran futuro en España, realmente. Pero regresó a Venezuela por el grupo Rajatabla. Williams López estaba en París, José Tejera en Lisboa y todos fueron regresando y entonces Carlos también volvió, porque para Carlos su Rajatabla era su vida, y al volver el grupo volvió otra vez a surgir con mucha fuerza en Venezuela. Y también estaba el Festival Internacional de Teatro, y él era el alma de ese festival, por supuesto.
¿Alguna anécdota de esa época? Puede ser más de una.
Bueno (se ríe) hay muchas, muchísimas, pero sería muy largo contar todos los cuentos. Pero hay una que me viene ahora a la mente, fue en Roma, en la vía Giulia, una noche en la que estábamos viendo una especie de jardín a través de una reja y yo de repente me le fui a una pierna y le ladré como un perro ¡guau guau guau! Y el susto de Carlos fue tan grande (ríe a carcajadas) ¡que casi me entra a golpes!
En 1975 Carlos está en España dirigiendo 3 obras y en 1976 en Venezuela dirigiendo el Festival Internacional de Teatro más 3 obras, ¿cómo hacía? ¿Había un día de 36 horas sólo para él?
Tienes toda la razón, la capacidad de Carlos a nivel de trabajo era impresionante y para mí era realmente admirable, ¿que te puedo decir?, yo no entiendo cómo Carlos podía abarcar tanto, de verdad. Pero mira, Carlos no paraba, hasta en los sueños él soñaba con el teatro, tenía pesadillas relacionadas con el teatro. Pero él no podía parar, trabajaba muchísimo y tenía una gran energía.
Carlos Giménez, Ángel Acosta y América Alonso. Fuente: A.Acosta |
Magnus e hijos: Alexander Milic, Ángel Acosta, Francisco Alfaro, Williams Lopez. Fuentes: Carlos Cassina /Rajatabla 20 años, de Blanca Sánchez y David Rojas |
Estuviste con Carlos en el estreno de La Lozana Andaluza, de Rafael Alberti, que él montó en Cádiz en 1980. ¿Puedes contarme algo de ese estreno y ese montaje?
Pues sí, fue un montaje realmente extraordinario, yo estuve con él durante los ensayos y el día del estreno. La obra se estrenó en Cádiz, en el puerto Santa María, en un teatro realmente extraordinario, con la Goyanes, María José, que hizo el papel de la lozana; además trabajaron grandes actores y actrices. Fue una producción de Manuel Collado y fue realmente extraordinaria. El estreno fue apoteósico, maravilloso. La escenografía fue de Asdrúbal Meléndez, extraordinaria escenografía, extraordinario vestuario. En Cádiz y en la provincia el montaje gustó mucho pero en Madrid no le fue tan bien. Para mí no fue, realmente, de las mejores obras de Carlos, aunque el montaje me encantó. Y tuvo muy buenas críticas.
¿Alguna anécdota del día del estreno? ¿Carlos estaba nervioso?
Sí, Carlos estaba muy nervioso porque era un montaje muy complicado, no era fácil, era una gran responsabilidad y bueno, Carlos siempre se ponía muy nervioso en sus estrenos, pero ya después del estreno fue algo divino, nos fuimos con Rafael Alberti, el escenógrafo Asdrúbal Meléndez y todo el elenco a tomar algo a una terraza maravillosa y la verdad que fue precioso, y estar con Alberti fue increíble.
¿En qué obras trabajaste con Carlos?
En Magnus e hijos y Venezuela, teatro y futuro, obras que hicimos en España. En Venezuela trabajé en Bolívar, obra con la que recorrimos toda Rusia y en una de las experiencias más bellas que he tenido, La Juanbimbada. También en La Bicicleta Volará, que fue una obra maravillosa escrita por Carlos y Esther Plaza, que hice junto con Elba Escobar y Guillermo Dávila; en Ardele o la Margarita y en una obra que tuvo un éxito maravilloso, como casi todas las obras de Carlos, Historia de un Caballo. Ah, Carlos también me hizo un especial para televisión que fue maravilloso, sobre Pablo Neruda, que se llamó Pablo capitán, basado en Los Versos del Capitán, una belleza de especial, hecho para mí. Y también me escribió una obra maravillosa, Alegría y Mapulín…
¿Cómo era Carlos como director?
Muy fuerte, y hubo un momento en que casi renuncio, porque era muy fuerte su forma de dirigir. Pero bueno, era su manera. Y, sin embargo, después en casa era un ser maravilloso, era un ser extraordinario, encantador, de verdad. Pero en el trabajo era muy muy muy fuerte, una disciplina, una cosa… pero creo que debe ser así. Y de verdad que todo lo que hice con Carlos, realmente, para mí fue un aprendizaje, pero un aprendizaje muy fuerte, y sin embargo todas las cosas que te puedo contar sobre Carlos son buenas.
Carlos tuvo un accidente casi fatal en 1979, no murió por casualidad.
Sí, fue terrible, un accidente espantoso que tuvo mientras estaba dirigiendo un especial para la televisión en el Teatro Teresa Carreño, que estaba en construcción, y se cayó por un hueco del aire acondicionado, un espanto, cayó 15 metros. Cuando el accidente ocurrió yo estaba de gira con una obra dirigida por Carlos, maravillosa obra, producción mía, La bicicleta volará, con Elba Escobar y Guillermo Dávila y bueno, me dieron la noticia estando en Maracaibo, me llaman y me dicen: “no sabemos si Carlos Giménez pasará de esta noche”. Al día siguiente viajé a Caracas y me fui a la clínica y él estaba en terapia intensiva, ahí estuve 15 días porque la única persona que entraba a terapia para verlo era yo, y fue duro. Y al mes de salir de ahí, en silla de ruedas dirigió Canario de la mala noche, con unos dolores espantosos pero no le importaba y es que… realmente Carlos era increíble, yo no he conocido a un ser igual. Y dirigía ahí, en silla de ruedas, y la obra fue maravillosa, impresionante. Bueno, ahí me tocó esa parte también de él, el proceso de recuperación que fue muy duro, pero ahí estaba, a su lado y bueno, ¿qué te puedo decir?, ayudando en todo lo que pude.
En la entrevista que le hicimos con Ana María Fernández, Carlos dice que el accidente fue muy importante en su vida, porque descubrió cuánto lo querían en Venezuela.
Sí, fue impresionante, todo el mundo estuvo muy pendiente porque Carlos, a pesar de ser una persona tan fuerte, era un ser muy querido y muy respetado en Venezuela y todavía hoy se le sigue queriendo.
¿Cómo era Carlos como paciente? ¿Difícil?
Síiiii, ¡terrible, un enfermo terrible! A mí me toco duro. Y él tenía fracturas por todos lados. Pero Carlos era tan fuerte que dirigió en silla de ruedas, porque por encima de cualquier dolor y de cualquier cosa, para Carlos era fundamental su trabajo, era admirable, increíble.
Recuerdo que le tenía miedo a las inyecciones.
Síiii, le tenía miedo a las inyecciones… ¡y a todo! era un enfermo, realmente… (sonríe) imposible.
¿Sabes qué pasó con el especial de televisión?
Yo creo que el especial se perdió, me parece, no se terminó. Era un especial sobre una obra de Carlos Fuentes, el mexicano, sobre La Malinche, Todos los gatos son pardos, y parece que esa obra estaba como empavada, siempre que se intentó montar o hacer algo tanto en México como en cualquier lado, hubo algún accidente. Hay una leyenda sobre eso muy particular, parece que es una obra que tenía muchos muy malos presagios.
Pero Carlos dirigió varios especiales para televisión, como La Fragata del Sol de José Antonio Rial, con la gran actriz argentina Esther Plaza, gran amiga y un ser muy querido por nosotros, que se filmó en Coro y fue extraordinario. Esta obra Carlos también la montó en teatro, aquí en Canarias, en Tenerife, en el teatro Leal de La Laguna. También dirigió La vida es sueño, que protagonizó Paco Rabal; Las Troyanas, con grandes actrices venezolanas; Pablo Capitán, protagonizada por mí… Y todos eran especiales fantásticos, porque Carlos lo que hacía lo hacía realmente muy bien.
Carlos Giménez y Ángel Acosta. Fuente: Ángel Acosta |
Carlos Giménez (lentes negros), Gonzalo Velutini, agachado Angel Acosta. Fuente: Ángel Acosta |
Àngel Acosta, Elba Escobar y Guillermo Dávila en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Hay muchas definiciones maravillosas sobre Carlos, pero no puedo citarlas a todas así que sólo citaré tres.
Para Rubén Monasterios, era “un ángel furibundo”.
Para Azparren Giménez “hubo una pasión por Carlos Giménez que siempre me recordó al personaje de Teorema, la película de Pasolini”.
Y para Norma Aleando, era “un ser tierno, encantador, con un gran carisma y (…) un “ÁNGEL” impresionante”, y el “ángel” lo dijo en mayúsculas. ¿A qué Carlos conociste tú o conociste a los tres
Yo conocí al Carlos de Norma. Carlos para mí fue también un ser maravilloso del cual aprendí, fue mi universidad, fue todo, fue un ser realmente muy importante, lo más importante qué me ha pasado a mí en la vida. Carlos era muy fuerte como director, en el trabajo, pero en casa Carlos realmente era un ser extraordinario, maravilloso.
¿Cuál de sus obras de teatro te impactó más?
Me impactaron mucho La tempestad de Shakespeare y La Muerte de García Lorca de José Antonio Rial, aunque, realmente, de Carlos me ha gustado casi todo lo que ha hecho, pero esas dos obras en particular fueron para mí fueron maravillosas. Y El coronel no tiene quien le escriba por supuesto, que fue uno de sus últimos montajes.
¿Qué es lo que más valoras de su trabajo y de su persona?
Creo que Carlos fue un gran trabajador, un gran creador, excelente, no sé cómo explicarte… sus montajes eran llenos de magia. Para mí Carlos fue un gran creador, y de los creadores que yo he conocido, para mí Carlos fue el más grande.
¿Qué significó para ti la muerte de Carlos?
Para mí la muerte de Carlos fue algo realmente espantoso, increíble. Yo estaba haciendo en ese momento una novela con Lupita Ferrer, Rosangélica, en el Canal 4 y por suerte tenía un director maravilloso, Carlos Andrade, que me daba la posibilidad de salir al mediodía, porque el canal estaba cerca de donde Carlos vivía y a él le encantaba mi comida y no le gustaba la comida que hacía su madre y tampoco la que hacía Flor Alba, la muchacha (empleada) que nosotros tuvimos juntos muchos años. Y yo iba, le cocinaba, almorzábamos juntos, y mi comida era la que más le gustaba porque realmente creo que cocinó un poco bien (sonríe) y él le encantaba mi sazón y mi forma de cocinar y… Y lo acompañe hasta el final, hasta el final estuve cerca de Carlos. Y la muerte de él para mí fue realmente… un vacío en mi vida muy muy grande, aunque en ese momento no éramos pareja ya, pero yo fui amigo entrañable de Carlos hasta el final. Carlos fue un ser extraordinario, el cual me dejó una gran herencia a nivel de sabiduría y de teatro y de aprendizaje, de verdad que sí.
¿Y para la cultura venezolana?
Una gran pérdida. Yo creo que, hasta el día de hoy, pocas personas han hecho lo que Carlos hizo por la cultura venezolana, a nivel del festival internacional, de creación de instituciones, de montajes. Carlos fue muy innovador, muy loco y muy particular en todos sus trabajos. Para mí Carlos fue único, de verdad.
¿Hay algo que no te haya preguntado que quieras contar?
(Carcajadas) Pues yo creo que te lo he contado todo, es la primera vez en la vida que le cuento todas estas cosas a alguien, de verdad. Pero bueno, todo sea por Carlos, que lo amo y lo recuerdo y es un ser que fue muy importante en mi vida, entonces ¿qué más te puedo decir? Lo mejor que me pudo pasar a mí fue haber conocido a Carlos, de verdad.
Si Carlos pudiera escucharte, ¿qué le dirías?
Yo hablo mucho con él, siempre, todo el tiempo… Pero respondiendo tu pregunta, yo le diría cuánto lo extraño y que falta hace en Venezuela y… en todo, en todo, en todo. Porque para mí Carlos fue fundamental, fue muy importante en mi vida, y de hecho en mis performance y en todo lo que hago sé que él me acompaña, todo el tiempo. Y yo solito me montó todo, me monto luces, me monto cualquier cosa y creo que todo eso viene a través de él. Realmente. De verdad.
Islas Canarias, 10 de abril de 2019
Actor de teatro, cine, televisión. Productor. Modelo. Ex integrante del grupo Rajatabla. Actuó en diferentes países de Europa, América Latina y América del Norte. En televisión trabajó en Venevisión y RCTV. Actualmente gira con el unipersonal Una vida en café concert
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Àngel Acosta en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Àngel Acosta, Elba Escobar y Guillermo Dávila en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Àngel Acosta, Elba Escobar y Guillermo Dávila en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Àngel Acosta, Elba Escobar y Guillermo Dávila en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Àngel Acosta y Elba Escobar en La Bicicleta Volará. Fuente: Ángel Acosta |
Historia de un Caballo, dirección Carlos Giménez:Gonzalo Velutini, Ángel Acosta, Fanny Arjona. Fuente: José Jesús González |
Ángel Acosta en Historia de un Caballo |
Ardele o la Margarita: Sentados Elías Martinello, Carlos Giménez, Bárbara Teyde. Parados: Ángel Acosta, Mayra Alejandra. Fuente: José Jesús González |