José Pulido. Foto: Vasco Szinetar |
José Pulido formaba parte de
una de las tradiciones más hermosas y
queribles de Caracas: domingo, comprar los periódicos, desayunar en la
panadería, subir al Ávila, encuentro con las mariposas azules y el canto de la
Quebrada Quintero, desparramar los periódicos entre las piedras y entonces…
José Pulido y su entrevista completaban la felicidad del día. No importaba a
quién entrevistaba, porque el placer era leerlo a él. Y las amigas: ¿qué dice
Pulido? ¿Ya leíste lo que dijo Pulido?¡Qué maravilla Pulido! Pulido era el
personaje principal. Después venía la persona entrevistada. Porque leer a José
Pulido hace bien. Da alegría. Hace pensar. Porque José Pulido escribe con
humor, ternura, compasión, inteligencia, amor. José Pulido el poeta, el escritor, el periodista. El entrevistador
que creó un estilo. El hombre amable, sencillo y tierno que crea puentes para
que la gente se encuentre, los cruce, conozca el otro lado de su lado.
José Pulido que no se merece
estar hoy en el exilio, caminando por Génova mientras anda por Caracas.
Y José Pulido es también Carlos Giménez, a
quien él y yo amamos tanto y ese hermoso artículo suyo: Carlitos sin olvido. Y
es esa magnífica entrevista que
acaba de hacerle a otro maravilloso y querible personaje caraqueño: Rolando
Peña. Una entrevista que es como un cuento escrito
a cuatro manos. Una entrevista que es
como una carta de amor.
Y José Pulido es este
poema suyo con el que me topo mientras
escribo y entonces me quedo sin palabras.
EL VIEJO CANTO
Antes
de que llegara la antigüedad
los
pájaros que morían
se
convertían en turmalina y cornalina
Juan
aseguró en el apocalipsis que la cara de dios era de jaspe y cornalina
en
ese rostro habrán hecho las aves uno de sus mejores cementerios
Todas
las montañas se formaron con los antepasados de los pájaros
A
partir de un pájaro amarillo, azul y verde
que
si lo enjaulan muere y en bella furia canta
nació
el cerro de Caracas ondeando aguas y ramas
el
Ávila de piedras y raíces, escupido de Pléyades
es
nuestra montaña más concreta
Con
una escoba de sueños quisiera barrer sus caminos
limpiarlos
de miserias
Es
tan grande que cupo en el universo una sola vez
cuando
se dilataron los cielos
para
que pudieran florecer los mangos
los
tucusitos del Ávila parecen inventados por Borges:
vuelan
hacia atrás porque les interesa más el principio que el final
El
Ávila es enorme pero no es tan difícil cargarlo en la maleta
es
completamente transportable en forma de sentimiento
especialmente
si has mirado sus curvaturas de sirena,
sus
crestas de animal acostado
O
si alguna vez has escuchado las aguas hablando en Quebrada Quintero
sobre
los modos de bajar hacia el Mar Caribe sin tener que preguntar la
dirección
en el valle
En
la tarde la montaña abre un ojo hecho de sol
Un
ojo que se adormece en la cabeza voraz de los árboles resecos
de
noche se agazapa con su aliento de ardores vegetales
lista
para saltar de nuevo sobre el valle asustadizo con su corazón de conejo
he
ahí la montaña que se alimenta de miradas
que
del lado de la playa es el Ávila de Reverón
enloquecida
de luz
y
del lado de Caracas es el Ávila de Cabré
con
el tornasol prestado por el colibrí rutilante
y
todas las Pléyades estornudan de amor al agitarse el Capin Melao,
la
hierba deliciosa
y
por encima y por abajo es el Ávila de todos y de nadie
una
montaña igual a la Virgen de Coromoto y a la Virgen del Valle
igual
a La Chinita y a la Divina Pastora
porque
no tienes que conocer en persona sus senderos
para
creer que representa nuestros hábitos
La montaña era dormitorio de
nubes hace un millón de años
y todavía lo es.
La montaña estaba ahí elaborando
guacharacas
antes que surgiera la idea de
confeccionar una muralla
que llamaríamos ciudad;
ese antiguo aire es lo que me
reconforta.
El Ávila es un pájaro con
mastranto en las alas,
es un dolor de incendios guardados
en un cofre de raíces.
El Ávila es como decir amén
cuando se reza por Caracas.
Carlos Giménez, Barbarito Diez, María Teresa Castillo, Pablo Milanés, Miguel Henrique Otero, José Pulido (sentado).... en Macondo, la casa de María Teresa |
José,
¿cómo te ha tratado el coronavirus? ¿qué hiciste durante la cuarentena?
No creo que el coronavirus
haya tratado bien a nadie. Afortunadamente no lo he pescado porque siempre
estoy encerrado escribiendo y solo salgo a caminar a la montaña más cercana.
Visito las partes pobladas cuando tengo que leer poesía en algún sitio.
¿Qué
fue lo primero que hiciste cuando se levantó la cuarentena?
Para mí no se ha levantado.
Salgo a caminar pero con la mascarilla puesta. Aquí te multan si no la usas en
la calle. No he tenido un plan para cuando esto se termine. La cerveza en la
casa o en el bar me gustan igual.
¿Estás
escribiendo en estos momentos? ¿Qué?
Poesía. Hago entrevistas
para distraerme. La poesía es mi pasión constante.
¿Cuáles
son tus planes a mediano plazo?
No morir todavía para ver
qué cosas han cambiado
¿Cuándo
te fuiste de Venezuela y por qué?
En el 2017. Porque la
violencia en el país se volvió institucional, total.
¿Te
pasó algo en especial o fue el hartazgo de tantos años?
Me mantuve 17 años
soportando el deterioro, las humillaciones, ver morir a tantos amigos y
familiares. Los delincuentes que tienen luz verde en Venezuela, mataron a dos
sobrinos y a un nieto. No tenía seguro médico que sirviera ya para mi esposa y
para mí. Tampoco teníamos seguro médico para la hija menor y su hija, la
pequeña nieta que se crio con nosotros. Fue un hartazgo pero también algo de
sentido común. Habríamos muerto muy rápido allá. No habrías podido hacer esta
entrevista.
¿Alguna
vez imaginaste que ibas a tener que dejar Venezuela?
Jamás. Todo lo que uno puede
echar de menos está en donde se ha nacido y crecido.
¿Por
qué Italia? ¿La elegiste o te eligió?
En Italia vive desde hace
quince años nuestra hija mayor. Y después los poetas del Festival Internacional
de Poesía de Génova me han dado mucho aliento. He sido invitado al evento dos
años seguidos.
¿Qué
es lo que más te duele de Venezuela?
Que los venezolanos sufran y
sufran sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Que haya tantos ciudadanos que
todavía siguen creyendo que nada malo ocurre allá, aunque vean a la gente
comiendo en la basura y se tropiecen a cada rato con cadáveres, con miserias y
con injusticias.
“Anita se ríe de miedo
entre la inconsciencia y la realidad.
Un guardia dijo que haría guantes con la
piel de sus nalgas
y ella respondió que no soportaría eso,
que prefería saber
que encuadernarían libros con su piel.
Ella quiere fumar y quiere morir”.
Pelo Blanco
(fragmento), José Pulido
José Pulido y su hermano Arnaldo |
¿Qué
es lo que más añoras?
Los familiares, los amigos,
mi rutina en Colinas de Bello Monte. Mi gato que se murió.
¿Eres optimista sobre Venezuela? ¿Crees que algún día no muy lejano podrás volver para siempre? ¿Te planteas volver para siempre?
No soy optimista porque la edad me lo impide. Para siempre guardaré la ilusión de que Venezuela será alguna vez un país con decencia y justicia como elementos básicos.
¿Hace mucho que no vas?
Desde que me vine no he ido. Solo hablo por teléfono con familiares y amigos.
No
conozco a una ciudad en donde se ame tanto a una montaña como en Caracas. ¿Qué
es el Ávila para ti? ¿Cuándo comenzaste a amarlo?
Subir el Ávila es como
obtener un poco más de vida. Cuando estás allá arriba respiras distinto. Y
luego ves el valle, la enormidad. Todo parece tan inofensivo y hermoso. Desde
los años setenta lo subíamos cuando muy pocas personas lo hacían.
De todas maneras te respondo
con un fragmento de un largo poema que le escribí al cerro:
Ese antiguo aire es lo que me reconforta.
El Ávila es un pájaro con mastranto en las alas,
es un dolor de incendios guardados en un cofre de raíces.
El Ávila es como decir amén cuando se reza por Caracas.
Recuerdo
a María Teresa Castillo abriéndole a Chávez las puertas del Ateneo de Caracas
(y de su casa) y a Chávez robándoselo años después. ¿Caíste,
como ella y como la mayoría del pueblo venezolano, en la seducción de Chávez y
su discurso anticorrupción o desconfiaste de él desde el comienzo?
Si lees lo que escribí en
todo ese tiempo, sabrás que fui de los que no creyeron jamás en eso. Me
decepcioné temprano del totalitarismo, de los desprecios de la izquierda y de
la derecha hacia la decencia, la justicia, la creación, la conciencia crítica.
Y no fue María Teresa quien se alió con Chávez: fue su hijo Miguel Henrique. Se
equivocó como muchos y uno no se explica cómo la gente se equivoca con algo que
está avisado…María Teresa ya estaba afectada por la edad y la pérdida de la
memoria. Era una dama extraordinaria.
¿No
te indigna la falta de solidaridad de las personas de izquierda que tienen
poder político en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, que estuvieron exiliadas
en Venezuela en los 70, que recibieron la solidaridad del pueblo venezolano y
que hoy le dan la espalda a ese mismo pueblo? Cuatro millones de venezolanas y
venezolanos en la diáspora y aquellas ex víctimas no dicen ni pío, siguen
apoyando a la dictadura venezolana. Como si Maduro fuera mejor que Pinochet o
Videla. Como si el Helicoide fuera mejor que el Estadio Nacional. ¿Te indigna?
¿Te desilusiona? ¿Te da tristeza? ¿No te da nada porque nunca creíste en esas
víctimas? (A mí me indigna)
No me indigna: me apena la
ausencia de nobleza y de solidaridad. Pero además, no entiendo cómo pueden ser
distintas una dictadura de derecha que asesine y una dictadura de izquierda que
asesine. Yo me apego a los Derechos Humanos. De ahí no salgo.
Elisa
Lerner dijo “La soledad es la patria del escritor” (maravillosa Elisa). ¿Es esa
tu patria?
Mi patria son los recuerdos
que he vivido con la gente y los paisajes que he amado y sigo amando.
La
lengua materna es también la patria de un escritor, de una escritora. Y cuando
vives en el extranjero llega un momento en que empiezas a perderla, que
comienzas a pensar en la lengua del país donde vives y entonces, ¿en qué idioma
escribir? ¿Ya te ha pasado? ¿Ya estás pensando en italiano?
Solo hablo el castellano.
Solo escribo en castellano. Las traducciones son hechas por amigas y amigos
poetas que me ayudan. No puedo apartarme ni un instante del idioma español. Soy
como un náufrago abrazado a su lengua.
¿No
hablas italiano? ¿Cómo haces para ir a comprar el pan, tomarte un café,
preguntar por una calle?
Lo que te quiero decir es
que me refugio en mi idioma. Eso no significa que no hable en otros idiomas.
Pero no permito que me cambien mi manera de expresarme. Por supuesto que me
conduzco normalmente en la calle, que me comunico con los demás, pero no puedo
dejar que se me olviden y se me confundan palabras. A estas alturas no.
José Pulido, Jorge Luis Borges y María Kodama en Caracas |
“Un cangrejito casi
transparente, de esos que asumen el color amarillento
de la arena, se detiene
justamente entre los muslos, en las esquinas redondas
de las nalgas. Está
vibrando de miedo o de quién sabe qué, en el fondo
de un risco y si por
casualidad su mirada es amplia y ve más allá de lo
que su tamañito merece,
quién sabe qué impresión le dará esa parte de
arriba, donde se abren unos
labios de caracola revelando una gruta.
El cangrejito y otros más que orillan
el cuerpo, huyen ante la presencia
de los pasos que se agolpan. Esta es una
mañana alteradora, de
hormigas buscando mieles podridas y de moscardones
humanos,
zumbando por todos los ámbitos, la mala nueva de una mujer
que
amaneció desnuda, violada y muerta,
en el ensimismamiento de la playa”.
El Bululú de
las Ninfas (fragmento), José Pulido
Carlos Pérez Ariza, Isaac Chocrón, Edward Albee y José Pulido, Caracas. |
El éxito
masivo, el reconocimiento internacional masivo, te ha sido esquivo y eso es
tremenda injusticia. Pero nunca es tarde. Mira Ida Vitale, le dan el Cervantes
¡a los 94 años! Bueno, yo espero que tú vivas todos los años que tú quieras
pero que te premien y te reconozcan pronto, pongamos que a más tardar el
próximo año. ¿Te da rabia esa indiferencia de las grandes editoriales, de los
grandes premios? ¿Te hace falta una Carmen Balcells? ¿El premio Nobel entra en
tus sueños?
Lo importante para mí es el
placer que experimento al escribir lo que deseo escribir. Lo que más aprecio es
un lector que comprenda lo que hago. Aunque sea uno solo. Lo masivo, lo que
representa mucho dinero y poca sensibilidad y conciencia no me atrae. Ni
siquiera sueño con un premio municipal. Creo que puedo convertirme en el único
lector conectado conmigo. Eso no es garantía de calidad creadora, pero me
alivia la certeza de estar produciendo algo que servirá alguna vez para otros
que sientan como yo.
¿Tuviste
una infancia feliz? ¿Cómo eran tu madre y tu padre?
Mi madre nos crio sola.
Bueno: con su enorme familia cerca. Nuestra infancia fue feliz porque había
mucha sinceridad y humildad. Estuve enfermo de tuberculosis y perdí un año de
escuela primaria, pero fue una temporada muy bonita: me daban libros y me
llevaban historietas.
¿A qué edad comenzaste a escribir? ¿Qué?
Desde los ocho años de edad.
No he parado desde entonces. Escribía poemas. Aprendí a escribir sonetos, muy
estrambóticos, pero fueron buena escuela. Después llené varios cuadernos con
cuentos fantásticos. Me publicaron un poema y un cuento en revistas nacionales
cuando era un adolescente.
¿Cómo
llegaste al periodismo? ¿por qué el periodismo y no, por ejemplo, el béisbol?
Quería mantenerme en la
escritura y el periodismo era el oficio ideal para eso. Es muy difícil escribir
algo verdaderamente valioso si te dedicas, por ejemplo, al beisbol y eres
profesional: debes poner todo en ese juego, no puedes hacer otra cosa. No
podrías dedicarte a escribir, a dominar el arte de la escritura. No serías un
buen beisbolista si no te apasionas.
¿Estudiaste
en la Escuela de Periodismo o te formaste en las redacciones?
Soy colegiado, de los que
comenzamos en Venezuela a trabajar en periódicos antes de crearse la escuela de
periodismo. Fui directivo nacional y regional del Colegio Nacional de
Periodistas.
¿Te dedicaste full-time al periodismo, y no a
la poesía y la narrativa, porque el periodismo da estabilidad económica, y la
poesía y la narrativa no, o porque de verdad te encantaba el periodismo?
No. El periodismo como
oficio para mantener a mi familia no impidió jamás mi escritura de poesía y
narrativa. Mas bien nutrió muchos aspectos porque en periodismo uno atraviesa
por todos los dramas sociales y se conecta con la gran fuente que es la realidad.
Eres
uno de los grandes entrevistadores de Venezuela y del continente. ¿Tuviste maestros,
maestras? ¿O tu estilo nació solo?
La verdad es que leí muchas
crónicas de periodismo escritas por algunos periodistas norteamericanos-irlandeses
que luego dieron origen a lo que se llamó el nuevo periodismo. Pero mi
formación más importante fue leer a los grandes escritores. Mi estilo fue una
reacción ante el cliché, la rutina. Quería emocionar y sentir que hacía algo
emocionante para mí.
De
toda las personas que entrevistaste, ¿qué hombres y qué mujeres te impactaron
más y por qué?
El hombre que más me impactó
fue un señor tan grato y sencillo que no lo podía creer: entrevisté al espía
que engañó a Hitler. Al espía que sirve de inspiración para tantas novelas y
películas. Fue una lección de humildad. García Márquez también fue uno de mis
preferidos porque trataba de entender mi estilo de entrevistador y eso lo sentí
como un halago amistoso.
Una vez entrevisté a una
mujer que habían violado varias veces, en años distintos. Era un imán para las
violaciones. Muy doloroso.
También entrevisté a una
actriz de teatro, una pelirroja polaca, bellísima, de las mujeres más bellas
que había visto en mi vida. Yo era muy joven. Y ella me recibió en su camerino.
Estaba completamente desnuda maquillándose y exigió que le hiciera las
preguntas ahí mismo porque no podía perder tiempo. Sudé frío. Y le hice las
preguntas tratando de no mirarla. Veía una pared. Entrevisté a una pared. Y sus
respuestas eran inteligentísimas. Admiré la inteligencia de aquella actriz. Y
aún siento que me corroe la frustración de no haberla visto directamente,
aunque ella en ningún momento me lo prohibió.
José Pulido y Lindsay Kemp |
José Pulido en Italia |
Cuando
trabajabas en los medios, ¿te quedaba tiempo para la poesía y la narrativa?
Siempre me levanté a las
cuatro de la mañana. Sigo haciendo eso. Escribía de cuatro a siete y después me
iba al periódico. La poesía y la narrativa no se cortan ni se coartan porque le
dediques tiempo a un trabajo para sobrevivir: son demasiado poderosas y
vehementes. Ahora, cuando puedo escribir sin tener que trabajar añoro mucho las
salas de redacción.
Qué
te angustia más, ¿la pregunta en blanco de una entrevista o la página en blanco
de una novela o un poema? ¿O no te angustia nada?
“A
su hora la neblina desciende tanto que roza los cafetos.
Arañas, reptiles,
escarabajos, alacranes, ratones, conejos
y todos los bichos retroceden a sus
nidos, y a sus cuevas ante
el siseo de las hojas apartándose: algo sutil pero
avasallante
atraviesa en ese momento la espesura”.
Los Mágicos
(fragmento), José Pulido
¿Cómo te nace un poema?
Siento algo y busco la
palabra que lo hará visible. Cada palabra contiene una civilización, una
historia, un universo. Con la sola palabra agua, o piedra, o cerveza o campana
se puede escribir todo un libro. Piensa en todo lo que sabes y lo que se ocurre
con la palabra agua para que veas.
¿Cómo te nace una novela?
Se me ocurre una historia
que luego solo será un pretexto.
¿Cómo te nace una entrevista?
En el momento en que me
interesa un entrevistado
¿Cómo
escribes? ¿Te sientas frente a la
pantalla y esperas que lluevan ideas?
Estoy lleno de ideas
mediocres, como la humanidad, pero busco constantemente lo fulgurante, que
muchas veces radica en lo sencillo. A veces estoy dormido y se me ocurre algo
en el sueño y cuando me despierto lo escribo.
Juan
Carlos Onetti dijo que hay escritores
para quienes escribir es como estar con una esposa o una amante. Para él era una amante:
escribía de vez en cuando. ¿Qué es para ti?
No hay
comparación: escribo todos los días como quien respira. Es un mecanismo
existencial. Como quien se alcoholiza y no puede apartarse del licor. Si
hubiese amado a mi esposa con la misma intensidad y persistencia y resistencia
con que escribo, la habría hecho muy feliz.
¿Estás
escribiendo tu autobiografía?
Jamás de los jamases
escribiría algo así. Me basta con la poesía.
¿Eres
creyente? ¿Religioso? ¿Crees en la reencarnación?
Creo que la vida es
bellísima y a la muerte no le importa porque su trabajo es otro. Creo que siempre,
en todo lo que se haga, es necesario partir de un punto de vista moral. Lo
fantástico y lo verdadero, lo ficticio y lo real contienen bellezas y eso me
basta. Creo que el lenguaje nos ha hecho lo que somos.
Cuando no estás escribiendo, ¿qué te gusta
hacer?
Me gusta leer poesía a
montones y narradores raros. En Venezuela me fascinaban las carreras de
caballos y subir el Ávila. Aquí camino, subo la montaña y me pregunto por qué
en Italia no son amantes de los hipódromos. Ver una carrera con una cerveza en
la mano es inigualable. El beisbol también me gusta.
Los poetas, y también muchos escritores, suelen ser bastante trágicos
o pesimistas o nihilistas o soberbios –creen que están por encima de la media
sólo por escribir- y algunos llegan incluso a decir que escribir es un castigo:
“Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da
un látigo. Para autoflagelarse” dijo Truman Capote, qué frase tan hermosa pero…
¿de veras?
Sin la tragedia
estaríamos fritos. Y lo que dijo Capote es una verdad que muchos no enfrentan.
Se trata de ser humildes para poder escribir algo importante. Porque si eres
humilde sabes en qué fallas, en donde te equivocas, y qué tamaño verdadero
tienes. El buen creador, el que domina el arte de la escritura, sabe que solo
puede sentirse ofendido el lector que no entienda su nivel interior. A veces un
libro es demasiado grande para un lector y el lector tiene que crecer para
disfrutarlo o entenderlo. A veces el libro es muy pequeño y el lector tiene que
hacer que el escritor crezca.
La poesía es
aparte. Es un modo de ser y de vivir. Es de un nivel muy elevado que exige
también al lector la humildad suficiente para aceptar que debe escalar una
cuesta y que eso no es un sacrificio.
"Con mi amor", escribió José Pulido debajo de esta foto: su esposa, la periodista Petruska Simme |
Tú
escribes con humor, compasión, ternura. En
tu escritura pareces siempre deslumbrado
por la vida. Curioso. Leerte hace bien. Da esperanza. Tú pareces un carajito
maravillado por las pequeñas y grandes cosas de la vida. ¿Eres un carajito de
74 años?
Sí. Tengo 74
años por fuera, pero por dentro, extrañamente, me quedé en los dieciocho años.
A veces no entiendo por qué me canso si hace poco, en 1970, corría veinte
kilómetros todos los días…
Admiro las
grandes cosas de la vida, como todos. Empezando por la vida y por el lenguaje
que alcanza su tope en la poesía. Pero creo que todas las pequeñas cosas que he
apreciado y aprecio me han mejorado la existencia y lo agradezco. Poder mirar
una playa. Tener un mango en las manos. Escuchar cantando a Myriam Phiro o a
Marlene Dietrich cantando Lili Marleen con su voz oscura.
En las fotos de los últimos años, sin embargo,
te ves… ¿melancólico? A veces miras a la
cámara molesto, como diciendo “pero bueno chica, ¿en qué momento Caracas se
convirtió en Génova?”. Pero tu mirada no tiene la derrota ni la tristeza del
exiliado: es desafiante. Pero no hay
alegría. Tu cara es lo opuesto a tu narrativa. José, ¿cómo te sientes? ¿es muy
duro vivir en Génova?
Tienes razón. Sabes mirar y
me conoces. Soy un melancólico irredento. Pero no soy infeliz. Cualquier cosa
me hace sentir alegría. Me alegro con una sopa, una cerveza, un café, una
conversación. Siempre he sido así porque me criaron mujeres y una enorme
familia muy sencilla. Nunca dejo de ser yo aunque no sea la gran cosa.
¿Cómo
te gustaría ser recordado? ¿El poeta José Pulido, el escritor, el periodista,
el humanista?
Soy poeta. Pero con que me olviden
sin rencor me conformo. Que lo recuerden a uno es lo más relativo que hay.
Cuando toda la gente que me ha conocido se muera, será difícil que me recuerde
alguien. A menos que les caiga ante los ojos un poema o un escrito cualquiera
de los míos y sienta que ahí hay algo interesante.
¿Qué
pregunta que no te hice te hubiera gustado que te hiciera?
Solo me gustan las preguntas
de los amigos. Como tú. No hay una pregunta en particular que quiera escuchar.
Las cosas suceden y uno no puede detenerlas. Yo creo en lo que hago pero no
puedo obligar a la gente a creer en mí.
En 1979
Julio Cortázar, exiliado, dijo en
Caracas: “Un día en
mi vida es siempre una cosa muy hermosa, porque yo me siento muy feliz de estar
vivo. No tengo ninguna intención
de morirme, tengo la impresión de que soy inmortal” (maravilloso Cortázar). ¿Te
gustaría ser inmortal?
Me gustaría ser inmortal para que los días no
importaran un carajo. Pero soy mortal y eso hace que cada día valga su peso en
besos.
Muchas gracias, querido José, un placer hablar
contigo. Y que la próxima entrevista sea con un negrito, con leche o marrón, en
cualquier panadería de Caracas. Y con un cachito, claro. Y las cornetas de los
carros y el calor aturdiéndonos. Y el Ávila, siempre nuestro Ávila. En Caracas. La próxima vez en Caracas.
Eso sería tan hermoso y
fabuloso que podría convertirlo en uno de mis sueños. Gracias, querida y
admirada amiga.
16 de junio de 2020
Todas las fotos cortesía de José Pulido
“La vio extinguirse, como una mancha rosada sin cabeza, entre las estromelias y los acacios de la calle y se dio cuenta de que no poseía caballo ni dinero, solo sus botas y la guitarra española que ya tenía una araña viviendo en la boca”.
Una mazurquita en la mayor (fragmento), José Pulido
José Pulido. Foto: Garcilaso |
Algunas
entrevistas y artículos (links)
Para conocerlo un
poco más:
.
"El cartero detiene la bicicleta frenando la rueda de atrás con el pie izquierdo. La suela desgastada del zapato echa humo. Termina de pararse cuando afinca el zapatón en la acera.
La casa de El Vedado está insertada en otra dimensión y por eso ni siquiera puede captar los detalles y se alegra, sin demostrarlo, cuando se abre la puerta y aparece una muchacha de esta época a recoger la carta. Respira aliviado hasta el punto de que retorna sudoroso al cotidiano calor y se atreve a mirar llanamente a la sonriente moradora, antes de subir a su bicicleta y pedalear como si fuera una filmación en blanco y negro que se rompe contra el sol y la reverberación del mar".
La canción del ciempiés (fragmento), José Pulido.
"Hace una morisqueta, ensaya un bailecito nervioso y retrocede como un enanito que bromea en el circo, aunque en los sustratos de la memoria es solamente un niño punzando a su madre para que lo quiera. Se deja caer encima del cuero arrugado y suave del largo sofá y se recuesta en el hombro de la mujer. Ella endereza el busto y sobresale el temblor de las redondeces, movidas por un sismo que se origina en el parpadeo".
El Requetemuerto (fragmento), José Pulido.
"El frío del invierno, específicamente de este invierno que se ensaña con el campo de concentración de Oranienburg, ha comenzado su oficio de agrietar labios, quemar orejas y meterse como una aguja por los intestinos.
El Sturmbannfuhrer de este campo es un hombre de mediana estatura que parece alto; de huesos fuertes y cabello blanco, cejas y pestañas blancas. Es un albino silencioso que empuja el aire con la mandíbula y todo el mundo repite su grado y su nombre con mala espina y con amargura: Coronel Von Dussel".
Pelo Blanco (fragmento), José Pulido.
"Hasta lo que va de fecha, El Yimi ha matado a cincuenta y dos personas que no conocía. Tal vez intercambió miradas con alguna de esas víctimas, en equis momento, mercado, bar, semáforo, ventanilla de autobús, pero seguramente fue como tropezarse visualmente con alguien, porque de miradas distraídas y sin asidero está compuesta la multitud.
—Esamielda me tiene friquiao… voy a tené que despojáme…".
Los Héroes son villanos tímidos (fragmento), José Pulido
Avenida Baralt
Este no es mi lugar
soy una raza extraviada
cantan en orfeón los pajarracos
enfranelados de sodoma y gomorra
en la periferia del volumen
.
Voces que tropiezan, ojos que roban
trepan la ramazón de una atmósfera
anuncian que se están yendo
y agitan raíces.
.
Calles emponzoñadas
chopsuey de zapatos
.
Me mordió la avenida Baralt
la tarde del viernes
culebra atragantada
de buhoneros y carros
mujeres sin milagros
buscando templos
en el infierno de la bisutería
.
El último sol bajó
la santamaría de una sombra
Y me lanzó una capa
en la entrada del bar
no pensé en estrellas
porque mi espíritu asume
que jamás hubo cielo
cubriendo la ciudad
UNA FRONTERA CON PONZOÑA
por Julio Bolívar , El Nacional, 27 de agosto de 2015
Acabo de leer una novela breve de José Pulido, Paisaje de ponzoña (NSB, Grupo editorial, 2015). Asombra por su estructura fragmentaria, dislocada, que cuenta una realidad que a nadie le gusta: la vida de frontera. No cualquier vida, esa vida a la que tememos y pasamos rápido por ella. Pienso en cuál frontera pudiera ser, y viene a mi memoria aquella que vi de lejos, en el Territorio Amazonas, una donde podíamos pagar en bolívares, estando en el otro país, su vida monetaria estaba lejos del control de los bancos centrales de cada uno de los países que cruzaba. Unas lanchas nos podían trasladar hasta allí, a través de un caño, como los del Delta Amacuro. ¿Casuarito? Este era (lo digo en pasado como una esperanza) un pueblo gobernado por la FARC. Pero puede ser cualquier parte de Venezuela.
Todo en este libro tiene veneno. Personajes involucrados en crímenes, todo es delito, hasta un cura encubre las relaciones entre una guerrilla y el pueblo que ha tomado en sus manos ensangrentadas. Pero también todo es candidez, los que se han marchado de este pueblo sin nombre ejercen oficios en urbes de las que no pueden salir tampoco y como siempre escuchamos a sus padres ignorantes de su verdadero oficio o lo ocultan por vergüenza. Narrada con fuerza poética Paisaje de ponzoña salpica de realidad lo que intuimos o sabemos, pero sobre lo que nadie hace nada.
Este nuevo libro del narrador que es Pulido, que desde sus primeras novelas (Los mágicos, El bululú de las ninfas, o sus últimos libros publicados: Los villanos son héroes tímidos, El requetemuerto, etc…) se ha tomado para sí contar la violencia, describir cómo se forma un delincuente violento, desde su vida miserable en medio de la pobreza como fatalidad, esa naturaleza que los sociólogos han explicado hasta el cansancio. Es la violencia sobre los seres humanos, esta vez desde el borde incontrolable de la orilla del país.
Pulido, como si fuera un pintor de frescos, como llaman esos cuadros fantasmales hiperrealistas, donde está todo, los retoma de manera directa y nos los sirve en la mesa como para que recordemos que tenemos una deuda en la sobremesa de nuestras vidas: la realidad de nuestras fronteras. Esa, que solo esta demarcada en los mapas pero que en verdad no hay tal líneas de rayas que nos separen. Está ahí, al lado, con el vecino o en la persona que trabaja en las casas, de doméstica o servicio como las llaman, obreros o especialistas, taxistas, esas personas que vinieron a buscar otra vida, honestas. De todo en ese paquete de migrantes que lentamente han visto que las fronteras de un estado han desaparecido, que aquí también pueden estar haciendo negocios sucios sin ningún control. Todas y todos vienen de esas violentas fronteras. Pulido demuestra con este libro, que no hay límites, que todo es todo y está revuelto y confluirá en un punto: nosotros. Lo que desde hace tiempo perdemos país. Ahora Guyana, antes San Antonio o Maicao, cualquier día una isla, pero mucho antes, fue por el mar y su viejo contrabando. Lo que llaman ahora “bachaqueros”, nómadas que cazan y pescan con su cédula de identidad, o su huella digital no es nada nuevo. Un país poroso por todos lados.
Muchas conversaciones del día a día venezolano giran en torno a la realidad política, como si fuera algo alterno a nosotros, que nos acompaña como un ángel angustiado y confuso. Unos dicen que cada lado está en problemas, que viven grupos diferentes, intereses, ausencia de valores, ausencia de ética, con diversos grupos, etc… De esas conversaciones recojo una parte referida a quienes gobiernan y sus diferentes clanes. Uno de los factores que gobiernan están en las cárceles, son los llamados pranes, incluso, escuchamos sus historias desmesuradas y nadie se inmuta; después de leer este libro extraño en nuestra narrativa, la imagen de que unos pranes controlan nuestras vidas no deja de estremecerme. La idea de un superestado, al que el Estado formal (el de la Constitución) no puede y no quiere controlar, paraliza y asusta. Después de leer esta novela, uno siente que el narrador metió la realidad en una licuadora y mezcló todo, un todo de donde no puedes salir si no apagas las aspas que nos están licuando.
Sus capítulos cortos y seguidos como un rollo de papel, recuerdan las imágenes que se superponen unas a otras, a veces, los personajes continúan en el próximo capítulo otras no, al rato regresan con conversaciones trascendentes en un paisaje sin ninguna importancia. Un helicóptero puede estallar y es parte del paisaje y aparecen carros oficiales que van como a ver un espectáculo consabido, como en las películas donde la policía siempre aparece tarde. Saben que el control está más allá de ellos, que apenas son personajes de relleno en una realidad que está controlada en otro lugar. O un poeta cándido que se ve involucrado en una atraco de guerrilla urbana, que no se sabe adónde va el dinero que ellos sospechan que trafica un editor y en medio del asunto, el poeta ofrece leer unos poemas y acuerdan editarle el libro para evitar que hable del atraco chambón de unos guerrilleros de pacotilla, que pertenecen a esos colectivos sonsos que repiten consignas. No es parodia pero parece. A ratos no podemos creer que esto sea verdad, pero si la cotejamos con la narrativa de los pueblos fronterizos veremos su espejo en esta novela.
Pulido construye personajes entregados a una manera de vivir, sin salida, anacrónica, donde gobierna la violencia, otro orden sin Estado y sin leyes, solo el más fuerte es el que manda. Negociantes que construyen viviendas para entregárselas a los amigos, ladrones que roban ladrones en nombre de una utopía imposible, como todas, vidas sin vida, “vidas secas” que pululan en esa realidad con otro lenguaje. La lengua que allí se habla es de pólvora. Un gran negocio a placer para los ejércitos de ambos lados, un lugar liberado para el delito, como se dice ahora de las llamadas zonas de paz.
Narración del vértigo, donde no tienes tiempo para respirar sosegadamente. Novela sin ningún artificio, novela que observa. Cruda. Los personajes van y vienen, no hay tiempo, todo transcurre sin día y sin noche, son personajes de vidas fragmentadas, inevitables desechos sociales. Espacio donde solo se siente el rumor del Estado o los otros como una sombra inútil, no hay diferencia alguna, son como “moscardones molestos” lejanos helicópteros que sobrevuelan la zona donde viven estos seres olvidados de todo orden o insinuación de un poder que ordene o ayude a vivir sus pobres vidas de lagartijas, como dice el narrador “el abandono es una palabra amarga en cualquier recuerdo”.
Solo Ezequielito, un niño, pequeña esperanza torcida, como su edad, o como dice su madre “inocente pero dañado”, se salva cuando cruza la frontera de agua que los separa del mal esquizoide que lo persigue desde niño, allí deja de escuchar las voces y cantos que lo atormentan. Pero se tiene que ir de aquel infierno que arma la guerrilla y sus testaferros. Personajes agrios, dulces, duros, jóvenes perdidos en la cocaína, si esperanzas, putas, cándidos, malos, buenos metidos en un espacio que ya no es de ellos, solo el otro lado del río saca a Ezequielito de aquella realidad si solución.
Pudiéramos decir que Ponzoña de paisaje es una novela pesimista, o de un humor paródico también. Una novela que cuenta la inmadurez de ciertas utopías o de ciertas sociedades. Llena de personajes que no saben qué va a pasar. Personajes sin país. Pulido es un novelista que entra en sus personajes y desde su corazón cuenta lo que cada uno de ellos siente desde la compasión. Como dijo en una entrevista reciente Rafael Chirbes, el asombroso novelista español autor de Crematorio –el narrador del “presente” como dice la crítica y que acaba de fallecer– narrar siempre es desde “una tercera persona compasiva”. Así es este narrador, narra la vida de los otros, la de los que le abrieron las puertas al mal, la suya va en la poesía.
Editor, profesor especialista en Literatura Latinoamericana
Colinas de Bello Monte, Caracas, Venezuela
1945. Nace el día 1 de
noviembre en Villa de Cura, estado Aragua, en plena sabana del sector
denominado los Tanques, que posteriormente se transforma en zona industrial.
Sus padres: Eliseo Zapata y Victoria Pulido.
1965. Comienza a colaborar
en periódicos humorísticos de Villa de Cura.
1971. Redactor del Diario El Sol, Valencia, estado Carabobo.
1972. Publica dos poemarios: Esto, y Paralelo lelo, editados por García e hijos. Caracas.
1975. Jefe de Redacción de El Diario Católico. San Cristóbal,
estado Táchira, donde también se desempeñó como director encargado por varios
períodos. Publica poemas en distintas publicaciones del estado, y
en Zaranda, Ediciones de la Red de
Bibliotecas Públicas del Estado Táchira. San Cristóbal. 1980.
1976. Le otorgan el Premio Regional de Periodismo.
Gobernación del Estado Táchira.
1978. Jefe de Redacción del
diario Última Hora. Acarigua, estado
Portuguesa. Recibe el Premio Municipal
de Periodismo. Concejo Municipal de Acarigua- Acarigua- Estado Portuguesa.
1979. Corresponsal de
guerra en Nicaragua, durante los conflictos tras el derrocamiento de Anastasio
Somoza, desde marzo hasta julio.
1982. Es elegido para
el cargo de Secretario de Comunicación
del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional, Agosto 1982-Agosto 1983. Y Secretario de Comunicación del Colegio
Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional, Agosto 1982-Agosto 1983.
1984. Redactor de las
Páginas de Arte del diario El Nacional.
Su experiencia como escritor aparece referida en el libro: Confidencias literarias de 35 escritores
latinoamericanos, Ed. Rafael Cartay, Colección Ensayo, Dirección General de Cultura y Extensión
Universitaria de Los Andes. Mérida. Recibe el Premio “Henrique Otero Vizcarrondo” que
otorga El Nacional al mejor redactor; y recibe la Orden Andrés Bello, en su Segunda Clase. Invitado al Festival de
Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre- Noviembre.
1985. Jefe de las
Páginas de Arte del diario El Nacional.
Publica el libro con sus mejores entrevistas, titulado: Muro de confesiones, editado por
la Academia de la Historia. Colección El Libro Menor. Caracas. Recibe la Orden Francisco de Miranda. Segunda
Clase.
1986. Invitado al
Festival de Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre-Noviembre.
1987. Aparece su
primera novela, Pelo blanco, Editorial Planeta, que relata parte de la
historia de la Colonia Tovar.
1988. Miembro fundador
del Festival de Música de Cámara de
la Colonia Tovar. Y asesor de Prensa en la Semana
Cultural Venezolana del Consulado de Venezuela en Brasil, Río de Janeiro.
Sus cuentos aparecen en la antología: Detrás
de esa columna de humo. Muestra de la narrativa en Caricuao, Editorial La
Espada Rota. Redactor Especial
y fundador del Departamento de Investigación de El Diario de Caracas.
1989. Aparece su
segunda novela Una mazurkita en la
mayor, Editorial Planeta, Finalista
Premio Miguel Otero Silva de Novela, que cuenta la vida de Augusto C.
Sandino y la guerra en Nicaragua. Es electo para el cargo de Secretario de Finanzas del Colegio
Nacional de Periodistas, Seccional Distrito Federal, Agosto 1989 -Agosto 1990.
1990. Corresponsal Internacional de la
Agencia Venezolana de Noticias (Venpres). Lima, Perú. Miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Derechos de Autor
del Trabajador de la Prensa (ADAP), Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Prensa (SNTP)- Caracas. Octubre 1989-Marzo 1990.
1991. Jefe de Información de Arte y
Espectáculos. Diario de Caracas.
1992. Miembro del Comité editorial, fundador
del suplemento cultural Bajo Palabra, editado por El Diario de Caracas. Jefe de Información y fundador del
suplemento humorístico El Diablo de Caracas, editado por El Diario de Caracas.
1993. Sus entrevistas
son objeto de estudio en el libro: Para
desnudarte mejor. Realidad y ficción en la entrevista, de Nelson Hippolyte Ortega, Editorial
Monte Ávila Editores Latinoamericana, Colección Documentos, 1993. Es nombrado Director (encargado) de El Diario de
Caracas.
1994. Publica sus
poemas junto a Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera,
en la antología Linajes, Ediciones Pavilo, Caracas 1994. Nombrado por
Salvador Garmendia como Jefe de
Redacción de la Revista Imagen Latinoamericana.
1995. Nuevamente
publica sus poemas en la antología: Cortejos,
Ediciones Pavilo. Caracas 1995. En Italia incluyen sus cuentos en:
Narrativa
venezolana attuale. (Consiglio Nazionale delle ricerche), A
cura di Judit Gerendas e José Balza. Ulzoni Editore-Roma.
Una selección de sus poemas
se incluye en: Antología de la
poesía amorosa venezolana, Selección de Jesús Salazar, Editorial La
espada rota. 1995. Viaja a Chile donde dicta una Conferencia en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile.
Octubre. Foro en la Zona Histórica
de México, en representación de Venezuela. Anfitriones: Juan Villoro y Carmen
Boullosa. Septiembre: Conferencia “Integración y Literatura”, Universidad
de Los Andes. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia sobre Literatura,
Universidad Javeriana. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia “Periodismo y
Literatura”. Universidad Nacional de Bogotá. Colombia.
1996. Director-creador de El Otro Cuerpo, suplemento de El Ateneo de
Caracas, encartado en El Nacional. Es invitado a participar en el
libro: Fichero Presidencial. Presidentes y presidencias de Venezuela, de Manuel
Caballero, Elías Pino Iturrieta y Diego Bautista Urbaneja. Ed. Contraloría
General de la República. 1938-1996. 1996. (Ensayo).
Sale a la calle la antología: Vecindarios, que reúne a Rafael
Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa, Enrique Viloria Vera y José Pulido, Ediciones
Pavilo. Caracas 1996. Asesor del
Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber.
1997. Jefe de las Páginas de Arte y
Tendencias. Diario El Universal. Publica la cuarta antología junto con Rafael
Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera: Invocaciones, Ediciones Pavilo. Caracas.
1998. Se publica el libro de
cuentos Vuelve al lugar que se te
ha señalado, por el Fondo Editorial Contraloría General de la
República. Y el ensayo: El deporte
y sus cunas, Fondo Editorial 60 años, Contraloría General de la República. III
Olimpíadas de la Contraloria General de la República. Olimpíadas de los 60
años. 1938-1998. Crónicas suyas aparecen en El libro del béisbol. Cien años de pelota en la literatura
venezolana, Selección y notas de
Federico Pacanins, Colección Quirón, Editorial
Los libros de El Nacional.
Asistente
Editorial de la Revista BCV Cultural, publicación del Banco
Central de Venezuela.
1999. Publica Los mágicos, Editorial Monte Ávila Latinoamericana, finalista en la Bienal Internacional
Francisco Herrera Luque. Participa en el libro de crónicas sobre artes
plásticas: 25 Lecturas para 25
años, MACCSI, Contraloría General de
la República. Caracas.
Publica el poemario Los poseídos, Editorial Pavilo, que
recibió el Premio Municipal de
Poesía del Distrito Federal en el año 2000, que otorga la Alcaldía de Caracas.
2000. Editor de la revista Circunvalación del Sur. Coautor del
libro: El Mural de Zapata,
Soledad Mendoza Editores. Sus crónicas aparecen en: Confines del Placer, Selección y Notas. Yolanda Pantin y Federico
Pacanins. Federico Pacanins, Yolanda Pantin, Joanna Vegas Editores.
2001. Publica el
poemario Peregrino de vidriera,
Editorial Pavilo. Entrevistas suyas aparecen en el libro: Nueve Miradas, Bigott en sus 80 años, Ed. Bigott. Participa
con sus entrevistas en el libro BCV
60 años 28 testimonios, 60 Aniversario del Banco Central de Venezuela.
Guionista de la telenovela A calzón quitao, trasmitida por Radio
Caracas TV.
2004. Publica Duermevela (poesía), Editorial Pavilo. La canción del ciempiés (novela),
Alfadi.) La sal de la tierra, entrevistas y retratos de Vasco
Szinetar, Colección Ediciones
Especiales, Banco Central de Venezuela, Caracas.
2007. Publica la
novela El bululú de las ninfas,
Editorial Alfa, Colección Orinoco.
2011. Publica Gustavo Dudamel, la sinfonía del
barrio (biografía), en la colección Libros de El Nacional.
2012. Publica la novela
El requetemuerto, en la Colección
Vértigo, Ediciones B. Forma parte de
la Antología en homenaje a Miguel de
Unamuno, que se publica como parte de la programación del XV Encuentro de
Poetas Iberoamericanos en Salamanca, España.
2013. Los héroes son villanos tímidos, una
recopilación de sus cuentos aparece publicada por Otero Ediciones.
2013-2106: Sigue publicando
sus poemas y narrativa en diferentes medios digitales. Continúa realizando
reportajes.
2017: Se radica en Génova,
Italia.
2019: Recibe en Milán,
Italia, el Premio Orchidea d´Argento alla carriera.
2017-2020: Realiza lectura
de sus poemas y conferencias sobre la poesía venezolana en diferentes ciudades
europeas. Sigue realizando reportajes y escribiendo.
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